viernes, noviembre 25, 2005

Palabras para dormir

Se resiste a dormir y me llama para echarme a su lado. Sonríe, mientras se chupa un dedo, y con una de sus manitas me indica que ponga mi cabeza al lado de la suya.
Me dice "te quiero mucho"; y mi corazón gastado, turbio, y percudido por el smog que trae el paso de las horas, de los días y los años, recibe un nuevo impulso eléctrico.
Me pongo a pensar en tantas cosas a la vez, como suelo hacer cuando no encuentro palabras para decir lo que de verdad quiero decir.
Miro el techo del cuarto, mientras ella pone su brazo sobre mi cuello.
Le digo "yo también te quiero mucho, mi amor", pero ya no me escucha porque está dormida.

jueves, noviembre 17, 2005

Una narración frustrada

Leyendo a Neruda ("Confieso que he vivido") me he sorprendido con una sonrisa cómplice. No es un corredor de largo aliento, y se nota en las páginas de su autobiografía. Cada evento, cada rememoración es una imagen sin continuación fluida con la otra.

No estoy diciendo que el libro no sea interesante, todo lo contrario. Lo que estoy diciendo es que la narración no es un largometraje, sino una muestra fotográfica.

Leyendo a Neruda he recordado que al leer "Tungsteno", un cuento de Vallejo (de César, no de Fernando), sentí la misma impresión de sucesión de imágenes no concatenadas.

Me he sorprendido con una sonrisa de complicidad, porque al igual que ellos, con las distancias y miramientos del caso, soy también un narrador de corto aliento. Me resulta imposible crear paisajes en movimiento. Me resulta imposible crear un ser humano distinto y soplarle vida.

Claro que pueden decirme, quienes lean esto, con toda justicia y fundamento, lo fácil que resulta compararse con lo menos que tienen los que tienen más, pero en este noviembre poblado de cristales opacos para mí, necesito unas cuantas mentiras para saciar mi sed de voz propia.

Podrían decirme inclusive que ni siquiera llego a narrador de corto aliento, porque... no, mejor lo dejo ahí.

jueves, noviembre 03, 2005

Seleccionado

En los últimos meses me han llovido llamadas telefónicas que me felicitan por haber sido seleccionado por la entidad bancaria tal, o la entidad finaciera cuál, como cliente preferente; y por ello celebran poder remitir a mi domicilio, a mi solo asentimiento, una tarjeta de crédito Visa o Mastercard, con una línea de crédito x, una tasa de interés xx, y bastantes etcéteras más. Les digo amablemente no, gracias.
Llegan a mi Depa, igualmente, folletos o cartas con mi nombre, felicitándome por lo mismo y ofreciéndome las mismas tarjetas. No les digo no, por que no puedo, pero las tiro a la basura (si no me ven no pueden darse cuenta que ése no es un gesto amable).
En las escasas tarjetas que tengo, me han aumentado la línea de crédito hasta casi cinco veces mi sueldo, sin que yo lo haya solicitado, pero sobre todo sin que me haga maldita gracia ello (no suelo utilizarlas).
Todo eso puede significar que quienes no conocen a esta pequeña-criatura-que-tiene-la-actitud-de-alguien-parado-en-medio-de-una-pista-con-carros-cruzando-en-dos-direcciones-en-simultáneo, confían en mi estabilidad económica, pero sobre todo confían en mi responsabilidad; o puede significar que tienen funcionarios a los que les gusta arriesgar (eufemismo de irresponsables de porquería, por decir lo menos). Que mas da lo que signifique.
Tamaña confianza ajena no tiene correlato interior... Hoy mismo estoy pensando en que ya no debería venir tan a menudo en mi carro (llenar el tanque de gasolina de 95 es casi casi un asalto a mano armada), sino volver a los viejos tiempos de perseguidor de combis.

jueves, octubre 06, 2005

Para que no sepan que soy tímido

Hay tantos y tantos significados en mi silencio,
hay tantas y tantas palabras que no tienen sonido.

Quisiera encontrar mi voz
quisiera que lo que digo se corresponda con lo que quiero decir.

Escribo y no me leo,
escribo de mí y no soy yo.

Me busco, rasgo con palabras mi piel,
les pongo imágenes ajenas a mis recuerdos
y no soy yo.

Quiero pegar este silencio sin voz en cada letra que escribo
quiero hablarte de tantas cosas
quiero hacer de cada monosílabo que pronuncio una conversación
pero no puedo.

No soy cuando te hablo
y no me puedes ver cuando callo.

viernes, setiembre 23, 2005

15 Minutos

En un día normal podía hacer el camino casa/colegio, colegio/casa, en unos diez minutos mas o menos. Si se daba prisa fácilmente hacía el recorrido en siete minutos. Debidamente cronometrados, como no podía ser menos en alguien con tanta fama de chancón (estudioso, si lo prefieren).

Pero este día era distinto: no sólo fue la ceremonia de clausura del año escolar, sino que, además, el año escolar que se clausuró fue el último del colegio para él. Este era el día en que el colegio quedaba atrás para siempre.

La ceremonia había durado un par de horas, y palabras van, palabras vienen, felicitaciones de más felicitaciones de menos, le habían entregado cinco diplomas: Primer puesto en el año que culminó, Premio de excelencia por los cinco primeros puestos obtenidos en los cinco años de secundaria, Primer puesto en el concurso de Ortografía inter colegios de La Libertad, y dos más que no me mencionó de qué eran.

Era pues su día importante, y quería saborear cada minuto de retorno a casa. Caminaba lentamente tratando de que quienes pasaran por su lado se dieran cuenta de los Diplomas que llevaba. Mas cortés que nunca (interesado, diría yo) saludaba a cuantos se le cruzaban en el camino.

Se moría de ganas por ver la expresión de Papá y Mamá al mostrarles los Diplomas, sin embargo se cuidaba de acelerar el paso. Después de todo era un día soleado; un día que compartía y reflejaba su alegría.

En ese momento no pensaba en los amigos que dejaba atrás (a decir verdad nunca lo hizo, y no porque fuera una persona insensible). Pensaba, mas bien, en cómo entraría a casa, y si debía mostrarse feliz, o hacer como que la cosa no era muy importante.

Llegó finalmente a casa (15 minutos debidamente cronometrados, como no podía ser de otro modo en alguien tan estudioso). Papá y Mamá habían salido, pero no perdió por ello la sonrisa de los labios. Inteligente como era, encontró otra solución: extendió sobre la mesa de la sala los cinco diplomas, y se encerró en su cuarto a leer (ya estaba por acabar "El Corsario Negro", de Emilio Salgari). Papá y Mamá, al entrar (la puerta de ingreso daba a la sala) necesariamente se iban a dar de lleno con los Diplomas, y entonces, seguramente irían a buscarlo a su cuarto para felicitarlo, o cuando menos lo llamaría a la sala para lo mismo.

Se concentró mucho en la novela, con esa concentración que ahora ha perdido, pero que entonces le permitían leerse libros de 600 páginas en unos cuantos días. Pasaron un par de horas (ya sería como la una de la tarde), y hacía una hora que Papá y Mamá habían llegado a casa, pero no habían ido a verle y no llamaron. "Qué raro pensó" y siguió leyendo.

La lectura debió estar poniéndose triste (hay libros de aventuras que tienen final triste) porque los ojos le brillaban, y de vez en cuando se pasaba la manga del polón por ellos.

Pero no estaba pensando en los amigos que perdió ya para siempre, sino en lo que se le estaba perdiendo a él para siempre... no importa, en fin, como que la cosa no era muy importante.

Al rato (ya no le importó cuanto tiempo más pasó, lo que sí era de extrañar), oyó la voz de Mamá llamándolo a él y a sus hermanos para almorzar. Como aún siguió en su cuarto, Mamá lo volvió a llamar, y él cerrando el libro (terminado por fin, como tantas cosas que ese día habían terminado) contestó, haciendo un poco de esfuerzo porque algo seco y doloroso en la garganta le impedía contestar normal, "Voy, Mamá".

Se volvió a pasar la manga del polón por los ojos, también por última vez, y salió de su cuarto.

lunes, setiembre 05, 2005

Mi lado sensible

Ya saben uds. que suele decirse que los hombres tenemos un lado femenino, que ese lado femenino evidencia nuestra mayor o menor sensibilidad artística, y que todo ello está relacionado al mayor o menor desarrollo del hemisferio cerebral izquierdo.
Es moneda corriente y no pienso explayarme sobre ello.
El tema es que muchos de los hombres nos matamos la vida buscando cómo exactamente se manifiesta nuestro lado femenino, y la mayor de las veces nos damos con puertas tapiadas.
A mí felizmente me libraron de esa búsqueda, hace unos cuatro meses. Dos médicos de distintas clínicas (neurocirujanos ambos) coincidieron en que sí tengo efectivamente un lado femenino, en que tal lado femenino sí se manifiesta expresamente en mí, y hasta le han puesto un nombre que se parece al de los roedores en los que pensamos cuando no pensamos en nada.
Migraña, o algo así.

miércoles, agosto 31, 2005

Rosa Cuchillo

"La CVR no ha encontrado bases para afirmar, como alguna vez se ha hecho, que éste fue un conflicto étnico. Pero sí tiene fundamento para aseverar que estas dos décadas de destrucción y muerte no habrían sido posibles sin el profundo desprecio a la población más desposeída de país, evidenciado por miembros del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL) y agentes del Estado por igual, ese desprecio que se encuentra entretejido en cada momento de la vida cotidiana de los peruanos".
Prefacio de "Hatun Willakuy",
Versión Abreviada del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
Perú.
I

Leí por primera a vez a Óscar Colchado Lucio (Huallanca, Áncash, 1947) allá por 1989, cuando cursaba el quinto de secundaria. Nuestro profesor de Lengua y Literatura, un blancón de pelo y bigotes rubios, lentes oscuros y ojotas, al que apodábamos Chuck Norris, nos dijo que el examen de primer bimestre incluiría el análisis de un cuento de dicho autor (Kuya Kuya), por lo que nos recomendó comprar el Libro en el que se encontraba: "Cordillera Negra".

El cuento en mención resultó de lo mas gracioso (un muchacho que se enamora, hace una poción mágica con el polvo resultante del corazón seco y molido de un ave llamado Tuktu Pillìn, para dárselo a beber a su amada, pero accidentalmente lo toma toda la familia de ésta), y se hizo tan popular en clases que hasta me pusieron el mismo apodo que el muchacho del cuento, "Paliaco" (así es como se conoce a una especie de zorros blancos y huesudos; justo como era yo entonces: pálido y huesudo).

En el colegio difícilmente se pone a pensar uno en los problemas de la convivencia social y esas cosas; así que el cuento elegido por Chuck Norris, fue para casi todos mis compañeros de clase el comienzo y el fin de ese libro, pero no para mí. Oscar Colchado Lucio narra en ese libro, utilizando esa mezcla de castellano castizo y quechua tan peculiar de la sierra peruana, toda una serie de historias, con un trasfondo de incomprensión, soledad, violencia, y sin embargo, a pesar de todo, ternura. Historias que, salvo la del cuento que da título al libro, están referidas a individuos, siempre campesinos.

En "Cordillera Negra", el cuento que da titulo al libro con que inicié el post, narra la rebelión de Pedro Pablo Atusparia y Pedro Cochachin (el Uchcu Pedro), en las serranías de Áncash, y lo hace de tal forma que finalmente uno queda pensando porqué si resultó tan irrelevante para los historiadores, que no lo consignan en sus libros, termina doliendo tanto su derrota.

No es el momento de reseñar los otros cuentos, pero sí quiero decirles que todos son muy buenos.

II

Tiempo después leí, del mismo autor, otro libro de cuentos, "Del Mar a la Ciudad" (que después supe es anterior a "Cordillera Negra"), en el que los personajes y las historias son bastante "costeñas" y quizá por eso no me convencieron tanto.

El cuento "Hacia el Janaq Pacha" (incluido en el Libro editado por Caretas, El Cuento de las mil palabras), es una bella y triste historia de un niño incorporado a las filas de Sendero Luminoso, y finalmente asesinado por ronderos. No se relatan las sinrazones de Sendero ni las razones de los ronderos, se relatan los motivos del niño y las cadenas de su destino. Es, como verán más adelante, casi la misma temática que desarrolla en "Rosa Cuchillo".

Otro cuento a considerar es "La Casa del Cerro El Pino" (pueden leerlo aquí), con el que Colchado Lucio ganó el prestigioso premio Juan Rulfo. Lo curioso de este cuento es que en él hace referencia a Huayallo Carhuincho, adorado por los huancas más no por los quechuas, lo que significa un progresivo reconocimiento, por parte de dicho autor, de la multiplicidad cultural inclusive entre los mismos naturales.

III

"Rosa Cuchillo", el libro que ha motivado este post y que acabo de terminar de leer, no narra una revolución ni una rebelión, narra en realidad la violencia, nos señala quienes la ejercieron, nos restrega por la cara quienes la padecieron, y finalmente nos dice están equivocados carajo, la victoria de uno u otro lado igual iba a ser derrota para ellos, la solución será tal vez el pachacuti, la destrucción total y el renacimiento.

El libro está ambientado en la época de la violencia terrorista de Sendero Luminoso y del Estado (Ochentas y comienzos de los Noventas), y narra por un lado, los avatares de Rosa Cuchillo, luego de muerta, para llegar al Janaq Pacha (el paraíso), pasando por el Uckhu Pacha y el Supay Huasi; guiada por su perro Wayra (algo así como el viaje de Dante por el infierno y el purgatorio para llegar al cielo); y, por el otro, las peripecias en la tierra de Liborio, el hijo de Rosa Cuchillo, al ser enrolado a la fuerza a sus filas por Sendero Luminoso.

La travesía de Rosa Cuchillo es una excusa para presentarnos todo lo que el imaginario andino ha conservado, en lo que Yauri Monteros llama la "resistencia andina"; pero sobre todo, es un aliciente para lo que ha de leerse al final del libro: tanto padecimiento en tierra merecía sin duda el paraíso.

Es la parte "terrenal" del Libro, sin embargo, la más impactante. En ella se describe desde diferentes perspectivas, y con una fuerza narrativa que golpea todas las fibras sensibles de lector, la violencia a que fue sometida la población indígena, acorralada, vejada, masacrada por ambos bandos (Sendero Luminoso y el Ejército/Policía). Alguna vez conté cómo me impresionó la escena de los francesitos y del mudito en "Lituma en los Andes"; bien, en este libro se multiplica esa impresión por mil y más.

Está Liborio, el senderista a la fuerza, que cansado de las masacres a su gente, cansado de las ejecuciones a los "colaboracionistas", empieza a cuestionar la ideología marxista- leninista- maoísta -pensamiento Gonzalo, a dudar de la "revolución" llevada adelante por otros "mistis", por otros "blancos", a reprochar en sus "camaradas" la falta de fe en los apus, en Wari Wiracocha; y busca, antes de morir, forjar una revolución de indios para indios, una revolución tahuantinsuyana, como él lo llama.

Está la voz del rondero (yana uma), que herido de bala por los senderistas empieza a rememorar, en su lecho de moribundo, las masacres que ha visto, que ha efectuado, y que ha sufrido. En su voz se refleja la de todos los pueblos andinos masacrados y desaparecidos: la angustia de no saber a qué árbol arrimarse.

Está la misma voz de Rosa Cuchillo, atormentada por el temor que maten a su hijo senderista.

Y está también, aunque muy poco, la voz de algunos soldados, contando los ataques a sendero, las violaciones y asesinatos a terroristas y a sospechosos, los ataques de sendero.

Pero, por sobre todo el hilo argumental, en todo el libro esta la voz de quienes sufrieron de verdad la violencia senderista y del Estado en toda su virulencia, la voz de los sin voz, la voz de quienes desde la época de la conquista han perdido el derecho de ser personas, la voz de los indios, de los campesinos, de los runas.

Esa voz que parece infantil, mal pronunciada, mal estructurada; pero que esconde toda una serie de reproches.

Este libro esta hecho desde la perspectiva de los perdedores, ya sea por haber formado parte de Sendero Luminoso, por haber formado parte del Ejército (sinchis, morocos, cabitos, etc.), o solamente por haber tenido la desdicha de vivir en todos esos pueblos de la serranía mencionados en el Libro y que antes leímos en los diarios (Lucanasmarca, Accomarca, Cayara, etc.). En definitiva, ése libro esta hecho desde la perspectiva de quienes incluso cuando ganan terminan perdiendo.

IV

Asumo ahora el papel de profesor de lengua y literatura (prometo no hacerlo seguido), y les digo: no dejen de leer este libro cuando menos, es una obligación moral que tenemos como peruanos para conocer lo que en su momento no pudimos ver con claridad, para poder tener claro que independientemente que fueron los terrucos de mierda quienes empezaron el incendio, lo verdaderamente importante (ahora que el Estado, como debe ser, ha empezado a hacerse cargo de los responsables) es saber que hacer con las víctimas que han sobrevivido a toda ésa violencia, y con nosotros mismos.

Pero quisiera que quede claro que no recomiendo el libro solo por lo que significa, Óscar Colchado Lucio es un autor injustamente relegado, y su maestría narrativa lo pueden apreciar en ése libro que se deja leer de un solo tirón. Quienes no son peruanos, y por ende no se sientan involucrados sentimentalmente con el entorno social sobre el que se basa el libro, seguramente sí se involucrarán con los personajes, y aún cuando no tengan el sentimiento de culpa que no sé porque me ha embargado, sí que quedaran con las ganas de llorar como he quedado yo al cerrar el Libro.

martes, agosto 09, 2005

Punto de partida

El reconocimiento de las propias limitaciones es el punto de partida para lograr la perfección.

Hace bastante tiempo que, en un acto de contricción sincera, asumí todas las limitaciones que me eran posibles asumir (salvo las vergonzosas, pero eso es otra historia).

Hace bastante tiempo entonces, que me encuentro parado en el punto de partida de mi perfección...

El reconocimiento de las propias limitaciones es una mierda.

miércoles, julio 27, 2005

Canción ajena

He visto que en varios blogs suelen escribir un texto y al final del mismo ponen: escuchando la canción tal, cantada por cual.

La razón de ello, imagino, es que al escuchar la canción a la que hacen referencia se han inspirado para escribir el texto que han posteado; o, en todo caso, que lo escrito se relaciona con la canción referida.

Hoy, al llegar al trabajo, con la mente totalmente en blanco, estoy siendo apabullado por la música a todo volúmen que han puesto en la casa vecina (Radio Inka Sat), acaba de terminar un huayno que repitió veinte veces "un par de cervezas más", y están tocando en este momento "Niñachay", de Willyam Luna. Ése sonido, ésa música no me pertenece, ni ha sido buscada por mí, pero ocupa mi ambiente... sigo con la mente en blanco y en la medida que tal imposición a mi entorno continúe, seguiré en blanco por bastante rato más.

Juego ése juego entonces hoy.

"Escuchando quien sabe qué, impuesta por los vecinos, cantada por quien sea".

miércoles, julio 13, 2005

Otra historia, de tantas.

Yo la conocía de algún tiempo atrás, quizá 6 meses o un año, pero siempre como parte de un grupo mayor de amigos y amigas de diferentes colegios.

No recuerdo algún elemento de diferenciación apreciable. No era la amiga del barrio, ni la conocida de la zona. Era simplemente una amiga entre varias amistades.

Un día me contó que la mamá de uno de sus mejores amigos había fallecido, y que le gustaría regalarle uno de mis poemas para ayudarle a sobrellevar esa pérdida.

No recuerdo cómo sabía ella que yo escribía poemas, ni siquiera estoy seguro ahora de que entonces yo lo hacía. Sólo recuerdo que me impresionó oír hablar de un mejor amigo, que me impresionó el gesto que pretendía para ese mejor amigo, y que en ese entonces me desbordaban mis emociones alcanzándome inclusive para crearme una pena y redención, plasmarla en un intento de poema, y obsequiársela al necesitado de tales palabras.

Después de un tiempo ella me contó que a su amigo (seguramente me dijo su nombre, pero mi memoria es un asfalto barato) le había gustado y ayudado mucho el poema. Aún ahora no puedo creer que sea cierto. Me dijo que estaba sumamente agradecido y que él me consideraba amigo suyo también, pese a no conocernos.

No sé cuántas veces, en todas las veces que nos encontramos, me dijo lo mismo; pero nunca llegué a conocer a ese mejor amigo suyo.

Ella empezó a frecuentarme, me buscaba para contarme sus problemas, que eran muchos, y sus miedos, que eran más todavía.

Yo, como casi siempre ocurre, era un río con un cauce de dirección distinta al sendero por el que ella transitaba.

Una noche de apagón, como tantas que hubo en ese entonces, fui con un grupo de amigos a una reunión en su casa. La situación era una tanto extraña porque apenas podía ver sombras (ni siquiera había velas encendidas), y la sombra que era ella me cogió del brazo y me presentó a todas las sombras que habían en su casa (sus padres, familiares, amigos, etc.) como su mejor amigo.

En un primer momento pensé que la incomodidad que empezó a agobiarme era por no poder ver la cara de las personas a quienes me presentaba, pero mientras estrechaba manos y recibía saludos, fui cayendo en la cuenta que era por otra razón más profunda e insalvable: nos conocíamos de hace tiempo, me había visitado en mi casa un montón de veces, me estimaba bastante, y yo de veras la apreciaba, pero para mí ella no era mi mejor amiga. Era mi amiga, pero no mas que eso.

Mejor amigo, me sonaba entonces y me suena ahora, como algo necesariamente recíproco, necesariamente definitivo, necesariamente perfecto.

Lo que siguió a eso no importa ya. No obstante, a veces no dejo de tener cierto sentimiento de culpa, al saber que fui especial e importante para alguien que con las justas podría ser considerada actriz de reparto en esta representación de mi vida.

A veces aún me envía saludos mediante conocidos comunes, me pregunta porqué no la visito, porqué soy un ingrato... y sí, soy un ingrato.

viernes, julio 01, 2005

No todo lo que grita es Loro

Un amigo solía reprocharme mi constante actitud de acercarme teóricamente a la música, no sé muy bien si tiene algo que ver, pero tal vez sea porque a mis trentiún años aún no he aprendido a atarme bien los cordones de los zapatos.

jueves, junio 16, 2005

Proyecto de vida

He decidido que cuando me jubile (entre los 65 o 70 años), lo primero que haré, escrupulosamente y a conciencia, será ponerme a pensar en mi vocación.
Una vez que quede convencido de cuál es (puede que incluso llegue a la conclusión que mi vocación era ser abogado), lo siguiente será escribir mi biografía en función a tal vocación, descubierta, estudiada y definida.
Habiendo ya, entonces, un elemento estructural definido en torno a lo que escribiré sobre mí, nadie dirá al leerla que todo es mentira.
Ni nadie podrá enterarse del caos que llevo por dentro...
Díganme si no soy previsor.

jueves, mayo 19, 2005

La escena perfecta

De "Raíces" (Álex Haley), guardo en la mente el pasaje en que se narra cómo el padre de Kunta Kinte lo lleva en brazos, en la noche de su nacimiento, a un espacio descubierto, y lo levanta con el rostro hacia el cielo, diciendo: "He ahí lo único que es más grande que tú".
Hace ya más de 10 años que leí el libro ése, y ahora no estoy muy seguro que tales fueron exactamente las palabras pronunciadas, ni que dicha escena transcurrió en la noche.
Pero eso no importa ya.
El hecho es que cada vez que ha venido a mi mente, incluso ahora, sitúo la escena en una sabana africana, bajo una noche de luna llena, con el cielo despejado y lleno de estrellas, un viento tenue trayendo el ruido lejano de grillos y búhos... y la voz nítida, grave, del padre enfrentando la inmensidad del cielo con la grandeza del hijo.
Una escena que creía perfecta.
Una escena que desde entonces la soñé para mí y para mi hijo que algún día habría de venir.

Nunca se lo conté a nadie, Romina, pero desde que nos enteramos que tu madre estaba embarazada, hasta el día mismo en que naciste (hace exactamente dos años), estuve ideando un plan para cumplir ese sueño.
Una clínica techada por todos lados, y el temor al viento, a la gente, al medio ambiente, y a todo; impidieron hacerlo realidad el día de tu nacimiento; pero pude hacerlo unos cuantos días después, cuando en un descuido de tu madre te llevé a la azotea del edificio en que vivíamos entonces, y te puse por sobre mi cabeza, con tu carita mirando al cielo, diciendo "Mira Romina, mira mi amor, eso es lo único más grande que tú".
El cielo no estaba tan despejado, y el sonido de fondo no era más que el ruido de los carros que pasaban cerca. La situación no resultó solemne... de tu carita pude ver que aquello mucho no te importó. Sí recuerdo claramente, que la boca la tenía seca y la voz me salió quebrada.

Sin embargo, el momento mágico, la escena perfecta, lo supe un poco después, ya había ocurrido el mismo día de tu nacimiento, cuando tras ver tus ojitos abiertos mirando sin ver, asustados, cuando tras oir tu primer llanto, supe con toda la certeza que es posible tener en este mundo, que haría lo que fuera, que daría todo lo que hace de mí lo que soy y lo que quiero ser, por llorar en tu lugar, por sufrir en tu lugar... por tener la posibilidad de llenar tu vida sólo de momentos felices.
No había tampoco en ésa escena un cielo estrellado ni un viento cálido, ni importaba que lo hubiera, pues lo único importante, lo único necesario para hacerla perfecta, es que en ella ya estabas tú, Romina, mi amor.

miércoles, mayo 04, 2005

Alguien especial

Mamá me decía, cuando pequeño, que yo era alguien muy especial:
"Has nacido en un medio día de febrero cuando el sol estaba en lo más alto, eres acuario. Ni bien saliste de mí abriste los ojos y te quedaste mirando fijamente todo lo que te rodeaba, como si quisieras conocer el mundo desde ya".
Yo me sentía entonces sumamente especial, distinto.
"Si miras fijamente al cielo durante unos cinco minutos, harás llover".
Nunca intenté mirar tanto tiempo fijamente el cielo, porque de pequeño nunca necesité probarme que de verdad era especial.
Ahora que ya estoy mayor; ahora que mis ojos se niegan a ver más allá de las cosas; ahora que todo es un constante sentirse común, tampoco he intentado mirar tanto tiempo fijamente el cielo.
Ya no tengo la certeza de ser alguien especial, es más lo que tengo, a veces, se parece más a la certeza de lo contrario; sin embargo, ese pequeño espacio de duda está en las palabras de mamá.
Esa pequeña ventana por donde entra la luz, está en la posibilidad nunca desmentida de que puedo hacer llover.

jueves, abril 14, 2005

Fly Me To The Moon

Ahora sé que ésta canción es bastante antigua y la popularizó Frank Sinatra. En ese entonces no lo sabía y no me importaba saberlo.
Aunque ahora que lo sé tampoco me importa.
Entonces era el sonido que acompañaba a la imágen tristísima (al menos para mí) del reflejo en el agua de mar de una mujer desnuda (Rei Ayanami) bailando a la luz de la luna.
Entonces era el final esperado de cada capítulo de Evangelión.

Ahora sé la letra pero entonces sólo la intuía.
Ahora sé lo que quiere decir cada frase que la compone, pero cada vez que la escucho me esfuerzo por olvidarlas para recordar únicamente las que intuía.

He escuchado varias veces la versión de "La Voz", pero no me gusta, prefiero y siempre vuelvo a la voz anónima que la interpretaba al final de cada capítulo de Evangelión.

Prefiero la canción y la voz anónima de ese entonces en que solía ver Evangelión, a las doce de la noche, de lunes a viernes, en mi cuarto alquilado de San Miguel, acompañando mi soledad y mi cansancio tan sólo con el televisor y con esas ganas tan fuertes de tener a alguien a mi lado en esos momentos hablándome o callando, que se yó, pero compartiendo mi espacio, mis nostalgias, mis sueños.

martes, abril 05, 2005

Confía en mí, soy abogado.

No sé si han visto el sticker ése en que se representa a un tiburón surfer, con lentes oscuros, parado al lado de su tabla, y escarbándose los dientes con un mondadientes. Bajo tal imágen, irremediablemente, se consigna la frase que da título a este post.
Nos consideran tiburones.
Nos consideran ratas.
Y en muchos casos (en bastantes más de los que estaría dispuesto a aceptar), tales apelativos son fundados.
Entre las pocas cosas en que hay consenso universal, es en los chistes sobre nuestra calidad moral o nuestra condición humana.
Y todo ello, me divierte.
Sin embargo, el dos de abril ha sido reservado como el día del abogado, lo que ya no es tan divertido.
En lo que se refiere a mí, eso no significa nada. Pues, ¿que se haya designado tal día como "mi" día, implica que se me reconoce por algo?
¿se reconoce mi condición de abogado como una virtud o como un logro?
No me parece que sea lo uno ni lo otro.
En todo caso, siendo abogado, los logros que quisiera que me sean reconocidos tendrían que tener mi nombre, y no mi grado académico.
Siendo abogado no necesito que me lo celebren por serlo. No lo entiendo. Sería como si pidiera que me celebren por ser hombre.
No me reserven días del año, entonces. No me feliciten por ello. No se molesten en mandarme saludos a mi correo.
Solamente sigan depositando su confianza en mí: soy abogado.

lunes, febrero 28, 2005

El último reducto

En plena reunión familiar alguien comenta "cada cumpleaños es distinto, no?". En un primer momento no significa nada más que alguien no ha venido, y que la torta, la música y los adornos son distintos.
Las palabras siempre significan algo más cuando te detienes en ellas.
Me acerco al balcón y me enfrento de cara a la noche, a las casas vecinas tan conocidas, y al entorno tan familiar: Cada visita a Trujillo es distinta también, no?.
Dentro de casa vuelvo a ser el hijo que regresa, vuelvo a pedir permiso para utilizar el teléfono, y mamá me vueve a insistir que en el desayuno se toma leche o avena y no café.
Dentro de casa los cambios no interesan mucho porque finalmente estoy dentro de casa.
Hay, sin embargo, algo que va cambiando.
Ya no están las ganas de buscar a los amigos de siempre, ni las ganas de pasear por los lugares conocidos. Salgo de vez en cuando a comprar un libro y regreso a casa, como cuando estás estudiando en un cuarto y te diriges a la cocina únicamente a coger un refresco y volver.
Intento de vez en cuando contagiarme de la lentitud del paso del tiempo de la ciudad; intento emocionarme al ver mi ex colegio, ahora mixto y un tanto más moderno. Intento caminar y apropiarme con la vista de mi ciudad... de la ciudad en que crecí.
Pero cada vez que regreso a Trujillo, lo hago en realidad ya como visitante.
Es cierto que lo exterior casi no ha cambiado. Soy yo el que va cambiando; tanto así que ahora me sorprendo escribiendo un post en una cabina de internet. Tanto así que ahora me sorprendo nostálgico en el lugar de mis nostalgias.
He venido a Trujillo y mi esposa e hija están en Lima... esta vez no he venido completo.
Por lo visto el Paraíso no es un lugar sino las personas a quienes quieres tener contigo.
No quiero pensar más en eso, no por ahora. Intentaré dar coherencia a este post, y regresaré a casa, que cada vez se va volviendo el último reducto del paraíso al que prometí volver algún día.

viernes, febrero 11, 2005

El Señor Cangrejo

El señor Cangrejo decidió
que ya era hora de partir
a buscarse la vida.

El señor Cangrejo despertó
como cuando se despierta después
de un laaaargo y luengo sueño
y dijo:
Tengo toda una vida por delante
y de hecho que la viviré.

Se dio valor a sí mismo
y traspuso la puerta de su casa
hacia la calle...
El señor Cangrejo
salió en busca del destino
que lo esperaba en toda esa vida
que tenía por delante
sin embargo al caminar a su encuentro
sólo se alejó más de él.

19.09.2002.

martes, febrero 08, 2005

Sin título

En qué parte de la calle estoy
y a qué lado de la vereda;
cuál es el camino que transito
y cuál el que me llevará
a encontrarme con mi destino.
Bajo la luz gris de qué día
de mi vida
estoy viviendo.
Ya estoy en camino?
o sigo detenido,
y es en realidad el mundo
el que va hacia atrás
y en torno mío.
En qué parte de la calle estoy
que la luz del día me parece gris
y las ventana en que debería reflejarme
están vacías de reflejos,
como mis ojos
cuando me miro en el espejo
y empiezo a preguntarme
si estoy avanzando,
o si la vida que era para mí
pasó por mi costado
como pasa el mundo
mientras estoy detenido.
09.09.2002.

martes, febrero 01, 2005

Así Se Templó El Acero

El comunismo tenía para mí (creo que en el fondo aún sigue teniéndolo), tan solo dos caras: paisajes chinos preciosos en los que primaban los árboles de hojas rojizas o amarillentas, y héroes juveniles soviéticos.
Ello tiene explicación lógica: a mi casa llegaban revistas chinas llenas de paisajes y de fotos de Mao Tse Tung. Obviamente las fotos ni los artículos nunca me importaron, pero sí los paisajes, tanto así que no logro recordar artículo o foto alguna de tales revistas.
Después vino el desencantamiento chino, lo de la plaza Tian Nan Men, la película El Último Emperador, el Libro de un Hombre Sólo (Gao Xi Kiang), y un montón de cosas más que me enseñaron y me demostraron que el comunismo chino son también chicos y chicas golpeando en la calle ancianos hasta matarlos, sólo por la presunción de burgueses, y gobernantes matando universitarios, sólo por la presunción de aspirantes a seres libres.
Respecto al comunismo soviético. Mis primeras lecturas juveniles son cuentos rusos, y en todos ellos se hacía mención a Nikolái Ostrovski, y sobre todo a su Libro "Así se templó el acero".
El sólo título del Libro pobló casi todos mis sueños de adolescente, y los llenó de imágenes heróicas y virtuosas, como ninguna religión podría haberlo hecho. Y es que la adolescencia es un campo arado en espera de la semilla.
Hay cosas que necesariamente deben obtenerse en tal edad para que efectivamente sean importantes, hay sentimientos que necesariamente tienen que experimentarse de adolescente para que tengan la apariencia de puros y plenos.
Me prometí leer algún día ése libro, y sé que tenía que haberlo hecho en ese entonces y no ahora que lo estoy haciendo...
Pude conseguir el libro de segunda mano y al comprarlo sentí que estaba comprando un poco de mis sueños ya olvidados.
Lo estoy leyendo, ya estoy casi por terminarlo, como quien lee algo escrito por alguien al que se quiere demasiado como para aceptar que no es lo que esperabas.
No es que el libro esté mal escrito, ni que no sea interesante. Pavka Korchaguin es el héroe obrero que de todos modos me hubiera gustado ser. El problema soy yo y lo que he llegado a ser.
El conocimiento, las lecturas, el aprendizaje, no me ha hecho mejor ni más virtuoso sino menos cándido.
Ya no acepto fácilmente lo que leo, lo que veo. lo que escucho, así como me va llegando, sino que casi todo lo aprecio a la sombra de lo ya visto, leido y escuchado. No soy el que quería cambiar el mundo, no soy el que se sentía distinto a los demás... no soy un campo arado, sino un mar en expansión, desordenado y feroz.
Cultura, conocimientos, lecturas, información, etc. de qué me sirven, en qué me han beneficiado si me han quitado la posibilidad de apreciar nuevamente como bello lo que en algún momento fue?.
Porqué no puedo emocionarme ya ante lo sueños de igualdad de Pavka, y porqué interrumpe toda la lectura el prejuicio de que el libro fue usado como propaganda comunista?
En que parte de mi crecimiento, de mi sumatoria de años y de conocimientos, empezó a perderse esas ganas de aprehender las cosas buenas de la vida sin importar la presentación con la que vengan?

miércoles, enero 12, 2005

Alguien espera por mí.

Estás sentado dentro de tu carro, escuchando a Tracy Chapman a bajo volumen, con las lunas levantadas para protegerte del frío exterior, relajado y hasta por momentos con los ojos cerrados... sin embargo estás mirando.
La gente camina deprisa protegiéndose de la llovizna (en Lima nunca llueve); algunos te miran al pasar, y tú sigues relajado. Tu carro se está mojando porque el estacionamiento es sin techo, pero no importa. Tú estás adentro, y lo demás no importa.
Hasta aquí las cosas que has ido adquiriendo han sido lo importante, hasta aquí la vida ha sido un contínuo esfuerzo por obtener algo más de lo ya obtenido. Es hora de administrar el esfuerzo, es hora de buscar la felicidad.
La música suave de Tracy es un reflejo de lo que quieres para tí en la vida: un desarrollo sosegado, pero intenso, de mucho significado.
Ya saliste de peatón, ahora toca afianzarte lejos del suelo.
Sin embargo, se puede notar en el brillo de tus ojos y en ese algo de niño desconcertado que nunca te abandona, que no sabes cómo empezar a avanzar de nuevo.
La protección del carro no es, como pensabas que sería, el escudo protector portátil para tu necesidad de espacio propio.
Las cosas no son lo importante sino los sentimientos y sensaciones que la vida misma te ha de brindar.
Estás dentro del carro y empiezas a descubrir que eso no es lo importante. Que hay alguien que te espera para avanzar o deterse contigo, eso que importa; que hay alguien contigo para volar o caer, lo que tampoco importa; porque finalmente lo importante es sólo que hay alguien contigo para lo que sea que ha de venir.
De pronto sientes el viento en tu rostro, y mientras sorprendido te desperezas, piensas que allá afuera hay alguien que espera por tí, y sonríes cuando gotas de agua van cayendo sobre tí, y sobre tus pisadas que ahora ya tienen un destino elegido.