miércoles, agosto 31, 2005

Rosa Cuchillo

"La CVR no ha encontrado bases para afirmar, como alguna vez se ha hecho, que éste fue un conflicto étnico. Pero sí tiene fundamento para aseverar que estas dos décadas de destrucción y muerte no habrían sido posibles sin el profundo desprecio a la población más desposeída de país, evidenciado por miembros del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL) y agentes del Estado por igual, ese desprecio que se encuentra entretejido en cada momento de la vida cotidiana de los peruanos".
Prefacio de "Hatun Willakuy",
Versión Abreviada del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
Perú.
I

Leí por primera a vez a Óscar Colchado Lucio (Huallanca, Áncash, 1947) allá por 1989, cuando cursaba el quinto de secundaria. Nuestro profesor de Lengua y Literatura, un blancón de pelo y bigotes rubios, lentes oscuros y ojotas, al que apodábamos Chuck Norris, nos dijo que el examen de primer bimestre incluiría el análisis de un cuento de dicho autor (Kuya Kuya), por lo que nos recomendó comprar el Libro en el que se encontraba: "Cordillera Negra".

El cuento en mención resultó de lo mas gracioso (un muchacho que se enamora, hace una poción mágica con el polvo resultante del corazón seco y molido de un ave llamado Tuktu Pillìn, para dárselo a beber a su amada, pero accidentalmente lo toma toda la familia de ésta), y se hizo tan popular en clases que hasta me pusieron el mismo apodo que el muchacho del cuento, "Paliaco" (así es como se conoce a una especie de zorros blancos y huesudos; justo como era yo entonces: pálido y huesudo).

En el colegio difícilmente se pone a pensar uno en los problemas de la convivencia social y esas cosas; así que el cuento elegido por Chuck Norris, fue para casi todos mis compañeros de clase el comienzo y el fin de ese libro, pero no para mí. Oscar Colchado Lucio narra en ese libro, utilizando esa mezcla de castellano castizo y quechua tan peculiar de la sierra peruana, toda una serie de historias, con un trasfondo de incomprensión, soledad, violencia, y sin embargo, a pesar de todo, ternura. Historias que, salvo la del cuento que da título al libro, están referidas a individuos, siempre campesinos.

En "Cordillera Negra", el cuento que da titulo al libro con que inicié el post, narra la rebelión de Pedro Pablo Atusparia y Pedro Cochachin (el Uchcu Pedro), en las serranías de Áncash, y lo hace de tal forma que finalmente uno queda pensando porqué si resultó tan irrelevante para los historiadores, que no lo consignan en sus libros, termina doliendo tanto su derrota.

No es el momento de reseñar los otros cuentos, pero sí quiero decirles que todos son muy buenos.

II

Tiempo después leí, del mismo autor, otro libro de cuentos, "Del Mar a la Ciudad" (que después supe es anterior a "Cordillera Negra"), en el que los personajes y las historias son bastante "costeñas" y quizá por eso no me convencieron tanto.

El cuento "Hacia el Janaq Pacha" (incluido en el Libro editado por Caretas, El Cuento de las mil palabras), es una bella y triste historia de un niño incorporado a las filas de Sendero Luminoso, y finalmente asesinado por ronderos. No se relatan las sinrazones de Sendero ni las razones de los ronderos, se relatan los motivos del niño y las cadenas de su destino. Es, como verán más adelante, casi la misma temática que desarrolla en "Rosa Cuchillo".

Otro cuento a considerar es "La Casa del Cerro El Pino" (pueden leerlo aquí), con el que Colchado Lucio ganó el prestigioso premio Juan Rulfo. Lo curioso de este cuento es que en él hace referencia a Huayallo Carhuincho, adorado por los huancas más no por los quechuas, lo que significa un progresivo reconocimiento, por parte de dicho autor, de la multiplicidad cultural inclusive entre los mismos naturales.

III

"Rosa Cuchillo", el libro que ha motivado este post y que acabo de terminar de leer, no narra una revolución ni una rebelión, narra en realidad la violencia, nos señala quienes la ejercieron, nos restrega por la cara quienes la padecieron, y finalmente nos dice están equivocados carajo, la victoria de uno u otro lado igual iba a ser derrota para ellos, la solución será tal vez el pachacuti, la destrucción total y el renacimiento.

El libro está ambientado en la época de la violencia terrorista de Sendero Luminoso y del Estado (Ochentas y comienzos de los Noventas), y narra por un lado, los avatares de Rosa Cuchillo, luego de muerta, para llegar al Janaq Pacha (el paraíso), pasando por el Uckhu Pacha y el Supay Huasi; guiada por su perro Wayra (algo así como el viaje de Dante por el infierno y el purgatorio para llegar al cielo); y, por el otro, las peripecias en la tierra de Liborio, el hijo de Rosa Cuchillo, al ser enrolado a la fuerza a sus filas por Sendero Luminoso.

La travesía de Rosa Cuchillo es una excusa para presentarnos todo lo que el imaginario andino ha conservado, en lo que Yauri Monteros llama la "resistencia andina"; pero sobre todo, es un aliciente para lo que ha de leerse al final del libro: tanto padecimiento en tierra merecía sin duda el paraíso.

Es la parte "terrenal" del Libro, sin embargo, la más impactante. En ella se describe desde diferentes perspectivas, y con una fuerza narrativa que golpea todas las fibras sensibles de lector, la violencia a que fue sometida la población indígena, acorralada, vejada, masacrada por ambos bandos (Sendero Luminoso y el Ejército/Policía). Alguna vez conté cómo me impresionó la escena de los francesitos y del mudito en "Lituma en los Andes"; bien, en este libro se multiplica esa impresión por mil y más.

Está Liborio, el senderista a la fuerza, que cansado de las masacres a su gente, cansado de las ejecuciones a los "colaboracionistas", empieza a cuestionar la ideología marxista- leninista- maoísta -pensamiento Gonzalo, a dudar de la "revolución" llevada adelante por otros "mistis", por otros "blancos", a reprochar en sus "camaradas" la falta de fe en los apus, en Wari Wiracocha; y busca, antes de morir, forjar una revolución de indios para indios, una revolución tahuantinsuyana, como él lo llama.

Está la voz del rondero (yana uma), que herido de bala por los senderistas empieza a rememorar, en su lecho de moribundo, las masacres que ha visto, que ha efectuado, y que ha sufrido. En su voz se refleja la de todos los pueblos andinos masacrados y desaparecidos: la angustia de no saber a qué árbol arrimarse.

Está la misma voz de Rosa Cuchillo, atormentada por el temor que maten a su hijo senderista.

Y está también, aunque muy poco, la voz de algunos soldados, contando los ataques a sendero, las violaciones y asesinatos a terroristas y a sospechosos, los ataques de sendero.

Pero, por sobre todo el hilo argumental, en todo el libro esta la voz de quienes sufrieron de verdad la violencia senderista y del Estado en toda su virulencia, la voz de los sin voz, la voz de quienes desde la época de la conquista han perdido el derecho de ser personas, la voz de los indios, de los campesinos, de los runas.

Esa voz que parece infantil, mal pronunciada, mal estructurada; pero que esconde toda una serie de reproches.

Este libro esta hecho desde la perspectiva de los perdedores, ya sea por haber formado parte de Sendero Luminoso, por haber formado parte del Ejército (sinchis, morocos, cabitos, etc.), o solamente por haber tenido la desdicha de vivir en todos esos pueblos de la serranía mencionados en el Libro y que antes leímos en los diarios (Lucanasmarca, Accomarca, Cayara, etc.). En definitiva, ése libro esta hecho desde la perspectiva de quienes incluso cuando ganan terminan perdiendo.

IV

Asumo ahora el papel de profesor de lengua y literatura (prometo no hacerlo seguido), y les digo: no dejen de leer este libro cuando menos, es una obligación moral que tenemos como peruanos para conocer lo que en su momento no pudimos ver con claridad, para poder tener claro que independientemente que fueron los terrucos de mierda quienes empezaron el incendio, lo verdaderamente importante (ahora que el Estado, como debe ser, ha empezado a hacerse cargo de los responsables) es saber que hacer con las víctimas que han sobrevivido a toda ésa violencia, y con nosotros mismos.

Pero quisiera que quede claro que no recomiendo el libro solo por lo que significa, Óscar Colchado Lucio es un autor injustamente relegado, y su maestría narrativa lo pueden apreciar en ése libro que se deja leer de un solo tirón. Quienes no son peruanos, y por ende no se sientan involucrados sentimentalmente con el entorno social sobre el que se basa el libro, seguramente sí se involucrarán con los personajes, y aún cuando no tengan el sentimiento de culpa que no sé porque me ha embargado, sí que quedaran con las ganas de llorar como he quedado yo al cerrar el Libro.

martes, agosto 09, 2005

Punto de partida

El reconocimiento de las propias limitaciones es el punto de partida para lograr la perfección.

Hace bastante tiempo que, en un acto de contricción sincera, asumí todas las limitaciones que me eran posibles asumir (salvo las vergonzosas, pero eso es otra historia).

Hace bastante tiempo entonces, que me encuentro parado en el punto de partida de mi perfección...

El reconocimiento de las propias limitaciones es una mierda.