jueves, diciembre 28, 2006

Una luz que nunca se apagará

Así como uno quisiera ser adulto sin dejar de ser niño, es decir, así como uno quisiera tener los beneficios de la adultez sin la carga de la responsabilidad; me gusta cada año que viene por todas las posibilidades que trae consigo, pero preferiría que cada cosa buena que viene se acumule con lo bueno ya vivido, y que no sea como la luz de un coche en medio de la noche en una autopista en medio del desierto, que ilumina unos cuantos metros delante conforme avanza, y conforme avanza va dejando a oscuras lo antes iluminado.
Quisiera que junto a los juegos y gestos de Romina que van a ir viniendo, se mantengan los juegos y gestos ya hechos, que junto a su carita de sonrisa pícara mirándome ayer en la noche, antes de dormir, se junten todas las palabras y los gestos que ha de regalarme antes de dormirse en todas las noches venideras.
Quisiera que junto a las caricias que Ross me ha dado intencional o no intencionadamente, como al pasar, se mantengan junto a todas las que ha de darme.
Quisiera que todos los recuerdos de mamá, papá y hermanos, compartidos o conocidos por boca de alguno de ellos, se junten con todo lo que hemos de experimentar o contarnos.
Quisiera que este año que viene sea como una buena canción, de esas que siempre vuelves escuchar, a cantar, y a imaginar todas las variaciones de su letra, pensando siempre a mi me hubiera gustado escribirla; o como una palabra dicha en el tono, modo y momento correctos; o como una foto, una buena foto en la que están juntas las caras sonrientes de las personas que quieres, y te miran en ese momento perpetuo, y te sonríen en ese momento perpetuo, y te dicen que te quieren, en ese momento perpetuo, y sientes que de verdad eres y siempre has sido querido.

jueves, diciembre 21, 2006

Razonando con Dios y el Diablo

Le digo, si nuestras vidas son como ríos y los ríos están contaminados, la contaminación es el pecado y es natural que seamos pecadores. Me mira fugazmente y vuelve a su posición contemplativa, de viejo sabio ante el ocaso del sol. Si llevamos el pecado con nosotros, prosigo, al desembocar en el mar lo contaminamos. No se inmuta. Si la muerte es la que nos acerca a Dios, y en ella yacen nuestros pecados, no es entonces nuestro destino la virtud, tan solo el pecado.
Me parece que ahora sí me va a hablar, algo en su gesto, algo en su terco silencio... me mira nuevamente, sonríe no con bondad sino con malicia, se pone de pie y se marcha.
Le grito, sin moverme de mi sitio, ¿qué hay de malo con el pecado?. Pero no me contesta, nunca me contesta.