Retrocedo, retrocedo, retrocedo. Estoy tomando impulso para saltar adelante, pero creo que ya es mucho lo retrocedido.
Pero ir hacia atrás es también avanzar, no?
Por más atrás que vaya, nadie podría decir que no estoy llegando lejos, porque lejos, lejos, se puede ir en cualquier dirección, así como en cualquier dirección puede uno llegar a ninguna parte después de haberlo intentado bastante.
Esta labor de tomar impulso no es, sin embargo, cualquier cosa. Hay que concentrarse, fijarse un objetivo (uno real y uno imposible, pero deseable), estimularse a lograrlo, obligarse a luchar por ello, no perder la perspectiva, desanimarse de vez en cuando para intentarlo de nuevo, y así seguir retrocediendo pensando que nada está perdido mientras se crea que algo se hará.
Algo se hará, sin duda. Por menos que uno sea, siempre se será alguien. Ser cada vez menos no significa hacer cada vez menos, se puede hacer muchas cosas, pensar muchas cosas, escribir muchas cosas, siendo cada vez mas un código de barras, una imagen borrosa de un hombre caminando por la calle en un comercial de jabones de tocador en que la imagen se centra en una chica alta de piernas largas que camina sonriendo, los labios delgados, y los dientes blancos, blancos, blancos, como las páginas del libro imaginario que no he de escribir, pero en el que pienso mientras retrocedo para tomar impulso.