lunes, diciembre 14, 2009

la soledad es un nombre de la tristeza

Juegas a inventarle nombres a la tristeza
a inventarle imágenes que se pegan en las paredes
le hablas al viento escuchando tu voz como un ruido extraño
abres los brazos y miras al cielo pero no agradeces.

Te sientas al borde de la cama
juegas a borrar todo lentamente hasta llegar a tí mismo
cierras los ojos y empiezas a disolverte
total estás solo y la soledad no es más que un poco de aire estancado.

jueves, diciembre 03, 2009

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Que tonto soy, piensa, mientras desactiva el limpiaparabrisas, que unos segundo antes activó instintivamente, confudiendo lágrimas con lluvia. Sujeta con una mano el timón, y con la otra se limpia los ojos, bruscamente. Cambia de emisora, mira de nuevo al horizonte y pisa el acelerador. Intenta ser más veloz que los recuerdos que lo persiguen.

Al intentar evitar pensar en hechos, vienen tumultuosamente a su cabeza imagenes, como fotografías desplegandose velozmente en la pantalla de un ipod touch al pasarles el dedo encima. Viene a su cabeza su mirada, sus expresiones al hablar, al llorar y al reir. Sus ojos van tomando forma cada vez más nítidamente, acercándose veloces como dos luces que quieren entrar en él y atravesarlo. Adoro esa mirada, piensa, mientras las luces están por alcanzarlo ya.

Lo último que recuerda, antes del ruido seco de metales y plásticos que se rompen, es que en la radio sonaba una canción que muchas veces quizo saber quien la cantaba, pero que nunca lo descubrió.

jueves, noviembre 19, 2009

Disparos


Creo en los milagros porque estás en mi vida
porque me dices, cuando te hago el amor,
cuando estoy dentro de ti, lo mucho que me amas.

Creo en los milagros porque cada cosa tuya,
cada sonrisa que logro en ti, cada beso que imprimes en mi boca,
es una manifestación de la magia.

Pero tú tienes miedos y tienes dudas,
y a veces los miedos y dudas son disparos 
que me dan directo en las alas.


Disparos que dicen que no crees en los detalles
Disparos que desconfían del futuro
Disparos en forma de palabras que me ponen
como una estrella menor junto al sol.


Tú vas construyendo barreras nuevas sobre las derruidas,
te pones cada vez más hermosa y yo me asusto,
pienso que los milagros se vuelven sueños.


Creo en los milagros porque vuelves toda mi vida dibujada,
llena de formas y sombras,
en una plena de contenidos y significados.


Pero a veces lanzas disparos
que dejan agujeros en los lienzos
con los que envuelvo mis esperanzas.

jueves, octubre 01, 2009

Un jueves muy largo

No saben mi nombre, pero no importa. Ustedes no me conocen y creanme, no se han perdido de absolutamente nada. Tengo 35 años y voy a morir dentro de muy poco.

Porqué escribo esto? no lo sé bien. Estos días ando viendo como llenar los espacios vacíos y se me ocurrió esto. Dicen que para superar el dolor hay que sacarlo fuera, para superar el miedo hay que enfrentarlo. Pero no se bien si quiero exteriorizar mi dolor o si quiero enfrentar mis miedos.

Lo que sé bien es que hoy al despertar empecé a extrañar la vida que no tendré. Tuve unas ganas inmensas de recibir el primer beso del dia de la persona amada, de sentir en mi rostro su aliento seco al despertar. Hoy al despertar tuve unas ganas inmensas de sentirme acompañado.

Tuve ganas también de oir risas de niños, ruidos de cosas que se mueven en torno a la casa que no tengo. Tuve ganas de ver el sol desde mi hogar, pero este cuarto en el que vivo nunca fue mi hogar.

Tengo 35 años y podría tener 35 años más para superar estos que ya pasaron, pero no será así. En muy poco tiempo todo se detendrá para mí, y todo lo que podría haber sido por fin será todo lo que soy.

No sé a que se debe esta nostalgia, tal vez a que soy muy imaginativo y le temo a la muerte; tal vez a que pienso que si hay un cielo no será para mí.

No saben mi nombre, no conocen mi rostro, no existo para ustedes y es a ustedes a quienes escribo. Si no existo para ustedes tampoco nunca moriré, solo existirá esta nota de alguien que dijo que iba a morir, pero que no saben si murió en verdad o sólo jugó a imaginarse su muerte el dia en que despertó sintiéndose solo.

domingo, setiembre 20, 2009

20511315

Somos una rosa roja colocada con sumo cuidado en el preciso sitio del primer beso. Somos una rosa roja que se va dando en cada beso, que siempre es el primer beso.

miércoles, agosto 19, 2009

Atardecer en un abrazo

No soy yo cuando estoy entre tus brazos

No soy yo cuando llevo en mí tus besos.


Soy un tipo amarillo pálido

Que cubre su desnudez hecha de miedos e inseguridades

Con silencios tercos o enfrentamientos gratuitos.


Soy un barco en tierra,

Una bicicleta guardada,

Soy el viento encerrado en una bolsa de plástico.


No soy yo cuando me regalas tu tiempo

No soy yo cuando me dices que me amas.


Parezco buena gente, pero solo soy callado

Parece que no envidio, pero solo no pienso

Solo no hago esfuerzos y que venga lo que ha de venir.


No soy yo, amor, cuando me amas

Soy alguien mejor, soy alguien feliz

Y por eso tengo tanto miedo,

Tanto y tanto miedo de regresar a lo que soy.

martes, agosto 04, 2009

Invisible

Ayer, 03 de agosto, fue, durante mucho tiempo, un día especial para mí. Durante la cuarta parte de mi vida ese día significó algo importante, algo que celebrar. Sin embargo no logro recordar que era lo que lo hacía especial, qué era lo que celebraba.

En esa cuarta parte de mi vida el 03 de agosto fue una fecha especial por algo relacionado a la chica con la que estuve todo ese tiempo, Jeanie, little Jeanie. Tal vez su cumpleaños, tal vez nuestro aniversario.

Hace ya otra cuarta parte de mi vida que terminamos y podría decir, en defensa de mi ingrata memoria, que es el tiempo transcurrido el que se ha encargado de llenar de olvidos, en el mejor de los casos de recuerdos difusos, lo que antes era mi realidad, lo que antes era mi mundo.

Sin embargo no se trata sólo del tiempo y de la memoria. Se trata de cómo es cada uno, se trata de los roles que malévolamente se le ocurre asignarnos la vida, el destino o Dios.

No recuerdo qué celebraba en esa fecha porque incluso antes de que terminemos tal vez ya no me importaba. Así nos descubrimos a veces, pequeños traidores de lo que nos dan y de quienes nos quieren. Ya no estaba enamorado yo y en consecuencia todo lo que ella fue para mí, todo lo que ella intentaba ser para mí, todo lo que dio por mí, se fue borrando incluso en su presencia.

Era yo el ciego entonces y ella la invisible. Pero no siempre fue así, durante los primeros años fue a la inversa, ella la ciega, yo el invisible. Entre ambos tramos el amor fue primero lo ansiado luego lo evitado.

Recordar me pone triste no por lo que ya fue sino por lo que ahora viene siendo. Por lo que vivo ahora con la desolación de pensar que soy transparente, que no me pueden ver, que quien tendría que verme luminoso me mira como un retrato al carbón incrustado en las imágenes high definition de su vida.

¿Qué nos hace invisibles? ¿Qué hace que lo que das se asuma ordinario, se asuma común? ¿porque lo das enamorado y estando enamorado tendrías que dar todo y más?

¿Qué nos hace ciegos? ¿Qué hace que no podamos ver lo especial que hacen por nosotros, lo especial que son para nosotros, lo importante que resulta devolver detalles y tener nuevos detalles para mantener la mirada enamorada que nos alumbra como soles a medio día?

¿Por qué carajo asumimos la actitud escéptica de no creer que nos pueden amar tanto, de no creer que el AMOR con mayúsculas y en negritas puede ser realidad? ¿Para respondernos luego, cuando todo se ha jodido, cuando ya no es lo que pudo ser, “viste que tenía razón”?

¿Y por qué maldición de todas las maldiciones, furia de todas las furias, por qué carajo no te aman cuando amas? ¿Por qué cuando buscas amor en una mirada obtienes tristeza o ternura y tienes que contentarte con ese pequeño sustituto del amor?

He recordado que algo se celebraba el 03 de agosto, y es como si de pronto hubiera tropezado con un espejo y descubriera horrorizado que soy solo unas líneas de agua encerrando un poco de aire.

jueves, julio 30, 2009

Opening Theme

Side A


Nací en esta ciudad y bajo este cielo soñé todo lo que sería de grande, todas las cosas que haría. Por muchas de estas calles caminé como si fueran estaciones de tránsito desde las que saltaría a comerme la vida, a asaltar el cielo.


En el tiempo lento de provincia crecí asumiendo que tenía en mí todo lo necesario para ser la estrella de la película de mi vida, el rockstar permanentemente vigente.


Sin embargo estoy aquí como lleno de vientos y de lluvias porque no estás conmigo.


Esta ciudad y estas calles ahora se me aparecen como detrás del vidrio de un bus, como lugares que voy visitando.


Los años me permitieron conseguir sueños, construir nuevos y olvidar otros. Pese al tiempo transcurrido y pese a los diferentes lugares que me vieron crecer, todo fue como habitar una estación de tránsito para regresar a esta ciudad, a estas calles, al tiempo lento.


Fue así hasta que tú reemplazaste a esta ciudad entera, a todas las calles y a todas las ciudades, a todo el tiempo y a todos los sueños.


Tu cuerpo es el espacio físico que habito y en ti se concentran lo que quiero y espero para mí. Ahora soy extranjero en todo lo que no seas tú.


Side B


Tú. Una carita sonrojada, unos labios rojos entreabiertos, unos ojos brillosos mirándome fijamente.


Tú. Unas manos que acarician mi rostro, una piel pegada a la mía, un cuerpo desnudo que me posee sin fisuras ni limitaciones, absolutamente.


Tu. Un beso que repito constantemente en mi cabeza a cada paso que doy, en cada lugar que transito, en cada tiempo que estoy, como si fueras oxígeno, como si fueras luz, como si fueras todo lo que soy y lo que fui, todo lo que esperaba ser.


Como si todo lo que yo llevo por dentro, como si todo lo que habita mi cabeza, como si todo lo que pasa por mi corazón, fuera solo una imagen reflejada de ti.

lunes, julio 06, 2009

La espera

Se levanta cuando la mañana aún parece noche. Luego de unos cuantos mínimos ejercicios va a la ducha, de agua fría siempre. Se jabona y enjuaga meticulosamente, repitiendo mentalmente todo lo planeado para el día: la primera llamada, el primer mensaje, qué diría en cada uno de ellos; dejar pasar el día intercambiando correos no muy densos ni intensos, guardándose para el encuentro de la noche

Sale de la ducha y se envuelve en una toalla. Agua de colonia, talco, medias, ropa, cualquier camisa y cualquier terno a mano, total todas las camisas son celestes y todos los ternos azules. Zapatos, desayuno, cepillarse, corbata, perfume. La calle.

Mientras conduce va cambiando de emisora buscando la canción que más le acomoda al momento. El dia no es extraordinariamente bonito, pero bonito será el encuentro, piensa.

Llega al trabajo, saludos, cosas que hacer, cosas que fingir hacer. Primera llamada, hola amor, cómo estás. Primer mensaje, pensé mucho en tí, mi amor. Luego los demás mensajes, contarse cómo les fue el fin de semana, él cauteloso con las palabras, cuidando siempre el encuentro próximo.

Tener todo ordenado, incluso las palabras, incluso lo que se cuenta de uno, ayuda a pensar que lo que debe salir perfecto saldrá perfecto. Ayuda a superar la tensión de lo inesperado.

Ya ha almorzado, ya se ha lavado. Deja pasar la tarde como si fuera un pequeño viento que le refresca la cara pero que no le quita el calor. Llega la salida.

Conduce sin música de por medio, acompañándose a sí mismo, pensando en la primera palabra, en el primer beso, en la primera imagen que él tendrá de ella, y que ella tendrá de él.

Llega en punto y se estaciona, la espera. Estos minutos no son realmente la espera, la espera es desde que se levantó en la mañana. Baja un poco la luna del carro, ve ocultarse el sol tristemente, en unos cuantos minutos ella seguramente llegará.

Dios del cielo en la tierra

Con mis labios pegados a tu oído te digo: antes de ti era tan solo un peatón más de la vida, un caminante de caminos conocidos. Antes de ti era tan solo un hombre, pero ahora soy un dios que habita el cielo contigo.

Sonríes incluso con los ojos y me dices, mirándome fijamente, te quiero muchote.

Yo, sin saber qué decir, de tanto y tanto que quiero decirte, paso mi rostro por tus labios, para que impregnes tus besos en todo lo visible de mí. Yo sin saber cómo reír, de tanta y tanta felicidad a tu lado, respiro tu olor, para que impregnes tu presencia en todo mi interior.

lunes, abril 27, 2009

El Último

Para defenderme de la tristeza te maté en mi cabeza. Te puse en un avión con destino a Europa y lo hice explotar en medio del mar. Lloré mucho tu muerte inventada tanto como tu ausencia voluntaria. Pero no fue suficiente.


Despertaba cada mañana con un recuerdo tuyo, con algún olor que dejaste en mí en algún momento y eso se convertía en una sensación de vacío que me impedía pensar, reír e incluso respirar. No es lo mismo vivir a sabiendas que algún día habremos de morirnos que vivir sabiendo la fecha de nuestra muerte, porque la muerte, ausente aún en ambos casos, se vuelve una presencia constante ante el conocimiento de su llegada, se vuelve como una nube de smog que empaña constantemente el vidrio de la ventana por la que miramos todo lo que miramos.


Cuando te fuiste no estábamos en el mejor de nuestros momentos, lo sé. Hasta casi puedo afirmar que la magia había pasado a formar parte de nuestros recuerdos para volverse tan solo alegría y uno que otro estallido de luz. Tu “cuéntamelo todo y exagera” de las primeras conversaciones se fue diluyendo en palabras más simples, en sobreentendidos. Nuestras salidas veloces para vernos y luego correr a casa para coincidir en el chat, se fueron volviendo encuentros más programados y calmados, las despedidas para irse a casa se volvieron definitivamente despedidas.


Pero aún estando así tu compañía era el cielo para mí. Besarte seguía siendo como un salto gigantesco que me levantaba por sobre las nubes y me hacía ver todo como posible y luminoso.


Matarte en mi cabeza no calmó mi necesidad de ti. Matarte y asumir como irremediable tu pérdida tan solo me hizo sentirme desamparado, transcurrir por la vida como un pedazo de madera que resbala por una caída de agua.


Tú estabas en mi carro en miles de recuerdos (riéndote, poniendo tus pies descalzos sobre el tablero, besándonos, sentada encima mío moviéndote con fuerza y aferrándote como queriendo mantenerte pegada a mí para siempre), en las calles por las que caminaba, en el estacionamiento en que te esperaba a la salida del dentista, en el que la primera vez apareciste agachada detrás del carro diciéndome que no me moleste por haberme hecho esperar, tan feliz, tan linda con tu pelo lacio, tus ganchitos y tus sandalias bajitas.


Estabas al costado del colegio por el que siempre paso al ir a casa, mirándome a través de las lunas de mi carro, enviándome un beso o sonriéndome con esa sonrisa tuya tan tuya. Estabas incluso en los ascensores de todos los edificios a los que fuimos, en los que lograba robarte un beso muy a pesar tuyo. Estabas en todo, como si todo lo mío no fuera nada más que una extensión de tu compañía.


Estabas en todo y sin embargo ya no estabas, porque no aguantaste la presión del miedo. Quise borrar tus palabras de mi corazón con lágrimas y más lágrimas, pero tus mismas lágrimas de despedida me las traían una y otra vez. Quise ser perfecto para ti incluso en la despedida y te dejé ir.


Y el ejercicio de matarte una y otra vez, una y otra vez rompía mi corazón. No eras tú quien estaba al otro lado haciéndome compañía sino todo era tan solo tu recuerdo.


No aguanté más y te llamé para contarte que estaba cansado, que no podía más con este constante sentirme solo entre tanta gente que podría hacerme compañía. Te pedí una vez más por favor que abras los ojos, que me mires, que te des cuenta de una vez por todas que yo soy tu ángel y tú eres el cielo para mí. Pero entonces ya no me oías.


Mis palabras ya no eran chispas de colores haciéndote sonreír, sino tan solo palabras. Las canciones de nuestro sound track personal ya no eran el sonido de la vida misma, sino tan solo canciones.


Y de verdad no aguanté más.


Matarte en mi cabeza no fue la solución, pero encontré una posibilidad de paz en una canción de The Smiths. Solías decirme, cuando éramos todo, que yo era un enfermito, por las canciones que escuchaba, y ya ves que una de mis canciones enfermas es la que ahora me da más posibilidades de mantenerme cuerdo.


Yo no te maté. Nos estrellamos juntos en mi auto veloz y explotamos en miles de gotitas de sangre fosforescente, que se elevaron al cielo como las chispas de un bosque incendiándose. No estabas muerta tú, lo estábamos ambos.


Entonces fue más fácil aceptar tu partida, porque te fuiste conmigo. No me dejaste extrañando la felicidad, nos fuimos con la felicidad a cuestas exhibiéndola en nuestros rostros como letreros de neón, yo contándote y exagerándolo todo, tú matándote de risa y llenando con tu alegría cada minuto de nuestro tiempo eterno.


No somos ahora los que fuimos entonces, tú no eres para mí lo que eras para él, ni yo, que te escucho y estoy sentado frente a ti hablándote de todo esto, soy el mismo que era tan tuyo.


Y no te apenes por las lágrimas que me ves contener, no hay últimas palabras que decir sino tan solo palabras.


En algún momento de esta otra vida podremos sentarnos a tomar un café para hablar de nosotros, y aquellos que fuimos y fueron todo nos harán sonreír al recordarlos. Mientras, no te apenes por las palabras que notas que no digo, no hay últimas tristezas, solo tristeza.