Así como uno quisiera ser adulto sin dejar de ser niño, es decir, así como uno quisiera tener los beneficios de la adultez sin la carga de la responsabilidad; me gusta cada año que viene por todas las posibilidades que trae consigo, pero preferiría que cada cosa buena que viene se acumule con lo bueno ya vivido, y que no sea como la luz de un coche en medio de la noche en una autopista en medio del desierto, que ilumina unos cuantos metros delante conforme avanza, y conforme avanza va dejando a oscuras lo antes iluminado.
Quisiera que junto a los juegos y gestos de Romina que van a ir viniendo, se mantengan los juegos y gestos ya hechos, que junto a su carita de sonrisa pícara mirándome ayer en la noche, antes de dormir, se junten todas las palabras y los gestos que ha de regalarme antes de dormirse en todas las noches venideras.
Quisiera que junto a las caricias que Ross me ha dado intencional o no intencionadamente, como al pasar, se mantengan junto a todas las que ha de darme.
Quisiera que todos los recuerdos de mamá, papá y hermanos, compartidos o conocidos por boca de alguno de ellos, se junten con todo lo que hemos de experimentar o contarnos.
Quisiera que este año que viene sea como una buena canción, de esas que siempre vuelves escuchar, a cantar, y a imaginar todas las variaciones de su letra, pensando siempre a mi me hubiera gustado escribirla; o como una palabra dicha en el tono, modo y momento correctos; o como una foto, una buena foto en la que están juntas las caras sonrientes de las personas que quieres, y te miran en ese momento perpetuo, y te sonríen en ese momento perpetuo, y te dicen que te quieren, en ese momento perpetuo, y sientes que de verdad eres y siempre has sido querido.