jueves, setiembre 09, 2004

Durazno

Hace un par de días, Romina (mi hija, de quien mucho hablaré luego), probó por primera vez en su vida, aún nueva (tiene un año y 03 meses), un Durazno.
El placer que ví en su carita me reveló lo mucho que vamos perdiendo con el paso de los años. Para ella el centro de su atención y de su placer estaba en comer el Durazno y en su sabor; no se fijaba en lo más mínimo en que se estaba mojando su carita, sus manos, y su ropa, y menos aún se fijaba en si el Durazno estaba o muy maduro, o muy verde, o en cualquier otra nimiedad en la que nosotros sí solemos fijarnos.
Ese placer por las pequeñas cosas, que en esencia estructuran la vida entera, se va atenuando con la rutina o con el conocimiento, hasta desaparecer, o hasta tornarse en una imitación barata del mismo.
He decidido, por ende, hacer un espacio en mi Disco Duro (mi cabeza) exclusivamente para las cosas de mi bebe... así podré revivir en mí los placeres que me fueron dados y ya no están.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo lo que expresas, no pude evitar sumergirme por instantes en unos 10 o 12 años atrás.. en el que tuve oportunidad de experimentar una sensación similar aunque definitivamente incomparable.. y esa sensación extraña Y NUESTRA, de curiosidad en la forma en que ellos, esos pequeños seres que inician su vida en este mundo, disfrutan su mundo exterior y lo conocen sin perder de vista ningun sentido del cual son dotados.
Sin embargo, en esta ocasión, ocasión en la que no estoy más viviendo esa situación, dado que sólo recordé lo ya vivido, no puedo evitar preguntarme en qué momento nosotros (que también tuvimos esa edad y que disfrutábamos de placeres tan inocentes y sencillos y nos admirábamos de cositas pequeñas sin importarnos nada más), dejamos de lado lo sencillo, lo inocente y lo puro, y sin embargo, no podemos dejar de lado el tomar en determinadas ocasiones esa actitud de indiferencia en la que no nos importa nada más.. que nosotros mismos.
Disfruta cada instante.. porque si llevas un corazón vacío por tanta rutina y tanto ya vivido, podrás aún recuperarlo, y no ser el de antes, sino ser alguien nuevo por descubrir.
Atenea.

Fox in the Snow dijo...

Madurar conlleva, necesariamente, pérdida. Es cierto que llegarán nuevas cosas, habrá nuevas experiencias, y nuevos amigos conformarán el entorno;pero todo lo nuevo será sólo para reemplazar lo que se va yendo.
En ese sentido, tengo a veces un poco de envidia por quienes se maravillan al leer a Paulo Coello, a Cuáhtemoc Sáchez, a Osho, o al retrasado de Sergio Bambarén, pues es evidente que se mantienen en un estado permanente aún de ingenuidad, discutible y cuestinable tal vez, pero ingenuidad al fin.

Anónimo dijo...

Bien que hubieras querido escribir "El Alquimista"...
Paulo Coelho (aprende a escribir bien mi apellido, pendex)

Fox in the Snow dijo...

No sé si escribir "El Alquimista", pero sí ser alquimista.
¿un alquimista es un pastelero elaborado?

Anónimo dijo...

El sentir que todo puede ser reemplazable o que lo que viene finalmente suple o llena vacíos que dejan aquellos que se van o situaciones que no vienen más, suele ser una suerte de manía colectiva verdad?
No creo que existan reemplazos. Considero que existen cosas nuevas, emociones nuevas.. pero no reemplazan las anteriores. Sólo nos permiten olvidarlas o dejarlas en paz ahí en el olvido.. no crees tú?
Atenea.