martes, setiembre 14, 2004

Lo que efectivamente cuesta el pasaje escolar

Te ví cuando querías subir al Bus, con tu uniforme gris y tus cuadernos en una mano, tratando de impulsarte y de abrirte paso entre toda la gente que subía; y ví cuando el Bus, ya repleto de gente, empezó a arrancar sin darte tiempo a subir del todo, pero igual lo intentaste de nuevo y cuando ya estabas por sujetarte bien el chuli te agarró de la cabeza y te empujó hacia afuera.
Tenías, al igual que yo, que ir al Colegio, y como eras más empeñoso te adelantaste en unos minutos en salir de la casa.
Me extrañó verte aún en el paradero, pero me impresionó más percatarme que al final no pudiste subir al Bus de porquería.
Te quedaste parado sin saber cómo reaccionar... fue entoces cuando me viste.
Pude darme cuenta (por tu carita roja, por tus orejas rojas, por el temblor de una de tus mejillas, por tus ojos llorosos) que tenías verguenza y ganas de llorar.
Soy tu hermano mayor y no pude hacer nada por tí, no pude reaccionar a tiempo y ni siquiera tuve valor para gritar y mandar a la reputa al hijo de su madre que te había empujado... opté por disimular, y hacer como si no hubiera visto nada. Como si nada hubiera pasado.
Me sonreiste y te paraste a mi lado a esperar otro Bus que se detenga a recogernos... otro Bus en el que tal vez volverían a hacer lo mismo, pero esta vez con nosotros dos.

1 comentario:

Fox in the Snow dijo...
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