Estás sentado dentro de tu carro, escuchando a Tracy Chapman a bajo volumen, con las lunas levantadas para protegerte del frío exterior, relajado y hasta por momentos con los ojos cerrados... sin embargo estás mirando.
La gente camina deprisa protegiéndose de la llovizna (en Lima nunca llueve); algunos te miran al pasar, y tú sigues relajado. Tu carro se está mojando porque el estacionamiento es sin techo, pero no importa. Tú estás adentro, y lo demás no importa.
Hasta aquí las cosas que has ido adquiriendo han sido lo importante, hasta aquí la vida ha sido un contínuo esfuerzo por obtener algo más de lo ya obtenido. Es hora de administrar el esfuerzo, es hora de buscar la felicidad.
La música suave de Tracy es un reflejo de lo que quieres para tí en la vida: un desarrollo sosegado, pero intenso, de mucho significado.
Ya saliste de peatón, ahora toca afianzarte lejos del suelo.
Sin embargo, se puede notar en el brillo de tus ojos y en ese algo de niño desconcertado que nunca te abandona, que no sabes cómo empezar a avanzar de nuevo.
La protección del carro no es, como pensabas que sería, el escudo protector portátil para tu necesidad de espacio propio.
Las cosas no son lo importante sino los sentimientos y sensaciones que la vida misma te ha de brindar.
Estás dentro del carro y empiezas a descubrir que eso no es lo importante. Que hay alguien que te espera para avanzar o deterse contigo, eso que importa; que hay alguien contigo para volar o caer, lo que tampoco importa; porque finalmente lo importante es sólo que hay alguien contigo para lo que sea que ha de venir.
De pronto sientes el viento en tu rostro, y mientras sorprendido te desperezas, piensas que allá afuera hay alguien que espera por tí, y sonríes cuando gotas de agua van cayendo sobre tí, y sobre tus pisadas que ahora ya tienen un destino elegido.
3 comentarios:
es la nosecuanta vez que intento poner comentario en tres dias, ya no se ni lo que queria poner... que me ha gustado eso mucho...
Gracias.
Lástima que no hayas puesto tu nombre...
Tracy, me recuerda una tarde algo fría y algo gris a la vez, y no por ello menos majestuosa.. Hermoso momento en el que la brisa del mar nos relajaba mientras sentados en una banca, en pleno invierno, olvidando las preocupaciones del día a día e incluso que estábamos haciendo tiempo para ir a los cines de Larcomar, simplemente abrazados mirábamos cómo los ligeros rayos de sol se desvanecían a medio cielo.
Tal vez fue un instante en que ambos simplemente olvidamos por completo que la sumatoria de nuestras edades superaban los 50, y nos importaba "un comino" que nos vieran como un par de locos (o quizá tontos)presenciando al día muriendo poco a poco..
Nos sentíamos elegidos y dignos de tener esa banca en aquél preciso día (otro día no hubiese sido igual), dignos y bendecidos de tenernos uno al lado del otro emocionados de estar juntos y a la vez absortos y sorprendidos de haber tenido que pasar tanto para llegar a ese punto. Y sí. Ahí estaba él. Y sí. Ahí estaba yo. El para mí y yo para él. Sin saber si el día de mañana estaríamos ambos de la misma manera, con aquella sublime sensación.
Sin embargo, existía el deseo que sea así.
Y sabes algo? no era aquél deseo e ilusión y la fuerza de ese amor la que se basaría en el consuelo de tener a alguien que espere por nosotros y sea feliz porque estemos ahí.
Eso ya lo habíamos experimentado antes. Cada uno separadamente, cada uno al pensar en sí mismo.. Cada uno unos cuantos (o muchos) años atrás.
Podría decirte sin embargo, que el deseo iba más hacia el hecho de saber que en tu corazón hay alguien que ocupa y llena tus sentidos de distintas maneras y esa persona que tenemos a lado, es la que nos permite caminar sobre nubes, sentir el corazon latir más fuerte al cruzar una mirada o romper el silencio con un beso o la timidez con una caricia.
Y en realidad, deseaba no perder de vista ese sentimiento.. pues mi corazón anduvo en la búsqueda de un amor eterno.. y cuando creyó convencerse que era imposible, ahí apareció.. entre nubes, luego de una llovizna con los primeros rayos de sol.
Más que un "alguien espera por mí" me emociona más la idea al decir "hay alguien aquí dentro de mí" Eso no es fácil de sentir.. pero al sentirlo.. encontraste la mitad de una gran fortuna.. la otra mitad es saber que uno mismo habita vive y respira como una réplica perfecta dentro del corazón de la persona cuya réplica se encuentra en ti.. Algo así como un círculo vicioso.. pero un vicio que te hace inmensamente feliz.. Y no es palabreo.. es.. es un sentimiento..
MaJosé.
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