jueves, enero 29, 2009

azul

Me abrazas con fuerza. Apoyo mi cabeza en tu hombro sintiendo tus cabellos rozar mi cara. Cierro un instante los ojos dejando que tu calor, tu abrazo, tu perfume se conviertan en todo mi mundo. Los sonidos de la calle se van apagando uno por uno hasta convertirse en un silencio calmo, como si todo se hubiera detenido, incluso nuestra respiración.

Empiezas a hablarme, te escucho atento sin soltarme de tu abrazo. Miro el reflejo del sol despedazado en las ventanas del edificio frente a mí. La vida, que ahora está quieta para mí, transcurre como si nada a solo metros de nosotros. Sin embargo, sigo sintiendo que todo se ha detenido.

Hubo un momento en mi vida en que me asumí inmune a todo lo que no fuera yo y mis libros, yo y mi música, yo y mi reducido entorno de personas que quiero. La vida se había reducido al sencillo trámite de superar problemas ajenos a mí.

El sol despedazado en las ventanas estalla en luces naranjas, rojas y amarillas.

Me preguntas “¿ya te estás poniendo azulito?”, que es lo que sueles preguntarme cuando estás a punto de soltarme. Muevo la cabeza al decir que no, hundiendo mi rostro en tu cuello como siempre que no quiero soltarte.

Levanto el rostro, miro tus ojos en los que el sol se refleja en miles de puntitos brillantes, paso mis dedos por tu carita, despacio, como queriendo que cada caricia no termine nunca. Te beso, acariciando tus labios con mis labios.

Cierro los ojos de nuevo, pensando, esto es el amor, lo sé, ¿lo sabes tú?

lunes, enero 12, 2009

Cielo Rojo

Meto mi mano en mi pecho sangrante, te busco como un objeto duro detrás y dentro de mi corazón, mordiendo con fuerza un pañuelo para no gritar, cerrando los ojos para contener las lágrimas de dolor.
Encuentro y encaro el dolor, dejo que la sangre tibia resbale por mi brazo, llegue al suelo y forme un lago tranquilo.
No te encuentro, sin embargo, o es que esto que palpita en mis manos no es mi corazón sino tu. Tu que un día me advertiste que no te dejara entrar. Era tarde ya para entonces.
Aprieto con fuerza este corazón en mi puño, hasta que el dolor deja de ser una sucesión de golpes. Me lanzo a volar, entonces, en el cielo rojo que se ha formado a mis pies.

sábado, enero 10, 2009

Smog

Escucho tus palabras
sin mas escudo que una sonrisa boba,
miro cómo mi imagen reflejada en tus ojos
va cayendo junto con las gotas de lluvia salada
que resbalan por tu rostro.

De mis ojos sale un vapor transparente
que escapa por las ventanas del auto
y se confunde con el smog.

Tendría que decirte algo
pero te miro callado cómo me miras callada,
tu tristeza tiene un rostro distinto al mío,
pero mi tristeza es solo una sonrisa boba,
unas orejas rojas, y un te amo quedo.

Secas tu rostro e intentas sonreir,
yo te muestro como mi alma transparente
ha salido por la ventana y se ha confundido con el smog.

viernes, enero 02, 2009

Invisibles

La lluvia y el vapor dentro del carro los ha vuelto invisibles para quienes pasan por la calle. El se recuesta en su asiento acariciando los pies descalzos de ella, cerrando los ojos para disfrutar mejor el sabor de los besos que acaban de darse, ella se recuesta en la puerta del carro, mirándolo acariciar sus pies.
No puedo creer que me ames, le dice ella. Él abre los ojos, como si acabara de despertar, he llegado a tí, le dice a ella, mientras estira una mano para acariciar sus labios, como quien observa un cuadro de muchas imágenes, tratando de no perderme tus detalles, la forma como te ríes, el tono de tu voz al celular, como arrugas los labios y la nariz a veces cuando te pones pensativa. Tratando de entender lo que significan tus palabras y lo que significan tus silencios; tratando de entender todo lo que has vivido y me has contado, y todo lo que has vivido y no me has contado.
He llegado a tí, continúa el, aprendiendo todo lo que puedo darte y la forma como puedo hacerlo. Escribiendote poemas porque no puedo regalarte rosas, aspirando tu olor ya que no puedo tener tu cuerpo, estando pendiente de ti al teléfono ya que no puedo estar todo el tiempo junto a tí.
Y me dices que no puedes creer que te ame? Hay un brillo extraño en los ojos de él cuando dice eso, como cuando se reza con mucha fe pero sabiendo que es un imposible. Ella le acaricia la cabeza, le agarra el rostro y le besa en la boca con fuerza, como alimentándose de él, me gustaria amarte como me amas tú, le dice.
Él mira hacia la calle, las luces de los postes se ven difusas, opacas. Levanta una mano y escribe en el vaho del cristal delantero del auto, con un dedo, te amo, e inmediatamente las letras empiezan a deformarse. Me quieres bastante y eso es suficiente para mí, le dice.
Antes sentía que era invisible para tí, le dice él. Ella lo abraza con fuerza, pega su rostro a su cuello y busca su olor, no dice nada, él cierra los ojos y en esos minutos que dura el abrazo, en esos minutos que el aliento de ella recorre su cuello, él sueña que ella lo ama, que lo que sucede en realidad es que ella tiene miedo de reconocerlo.