lunes, febrero 28, 2005

El último reducto

En plena reunión familiar alguien comenta "cada cumpleaños es distinto, no?". En un primer momento no significa nada más que alguien no ha venido, y que la torta, la música y los adornos son distintos.
Las palabras siempre significan algo más cuando te detienes en ellas.
Me acerco al balcón y me enfrento de cara a la noche, a las casas vecinas tan conocidas, y al entorno tan familiar: Cada visita a Trujillo es distinta también, no?.
Dentro de casa vuelvo a ser el hijo que regresa, vuelvo a pedir permiso para utilizar el teléfono, y mamá me vueve a insistir que en el desayuno se toma leche o avena y no café.
Dentro de casa los cambios no interesan mucho porque finalmente estoy dentro de casa.
Hay, sin embargo, algo que va cambiando.
Ya no están las ganas de buscar a los amigos de siempre, ni las ganas de pasear por los lugares conocidos. Salgo de vez en cuando a comprar un libro y regreso a casa, como cuando estás estudiando en un cuarto y te diriges a la cocina únicamente a coger un refresco y volver.
Intento de vez en cuando contagiarme de la lentitud del paso del tiempo de la ciudad; intento emocionarme al ver mi ex colegio, ahora mixto y un tanto más moderno. Intento caminar y apropiarme con la vista de mi ciudad... de la ciudad en que crecí.
Pero cada vez que regreso a Trujillo, lo hago en realidad ya como visitante.
Es cierto que lo exterior casi no ha cambiado. Soy yo el que va cambiando; tanto así que ahora me sorprendo escribiendo un post en una cabina de internet. Tanto así que ahora me sorprendo nostálgico en el lugar de mis nostalgias.
He venido a Trujillo y mi esposa e hija están en Lima... esta vez no he venido completo.
Por lo visto el Paraíso no es un lugar sino las personas a quienes quieres tener contigo.
No quiero pensar más en eso, no por ahora. Intentaré dar coherencia a este post, y regresaré a casa, que cada vez se va volviendo el último reducto del paraíso al que prometí volver algún día.

5 comentarios:

Golfo dijo...

Payo, me has dado en la fibra sensible, porque yo también, cada vez que vuelvo a casa de mis padres, salgo cada vez menos, disfruto de la casa, de ellos... y los lugares están llenos de nostalgia, y no busco a lso amigos sino que les llamo alo mejor, y los visito uno a uno porque es especial que esté allí... ya no nos aburrimos juntos como las tardes de antes se sucedian una tras otra, no, todo está cambiado... a veces me pregunto cual es mi lugar aquí más allá del visitante.
Escribes bien, no lo dejes.

Anónimo dijo...

Casi nunca pasa que los lugares o personas que alguna vez significaron tanto; a través del tiempo conserven los colores con que solíamos recordarlos, y esto no es solo cosa de la "insobornable dialéctica" tiene que ver más bien con el "daltonismo" que a través de los años permitimos impregnen la visión de nuestras emociones...Lo vivido es tu historia,aquello que escribiste en un tiempo y alrededor de gente que nunca te ofreció permanecer incólume en tu percepción, y al margen de los cambios aún alberga un último reducto... así sea solo el de los recuerdos.

Fox in the Snow dijo...

Golfo, DudaDesnuda, y Anonimous (que imagino debe ser MaJosé): nunca terminamos de despedirnos del camino de ladrillos amarillos que conduce a casa (pese a la canción de Elton John)

Anónimo dijo...

Todo lo leído me ha encantado, la manera de narrar el nacimiento de tu hija comparándolo con la de Kunta Kintes, es algo maravilloso. No por el hecho de la escena, sino por lo sincero y especial que eres. Muchos saludos. Alguien más, de Colombia.

Fox in the Snow dijo...

Miryam, gracias por pasar por aquí, y me alegra que te haya gustado lo leido.
Un abrazo y espero que nos comuniquemos seguido.