domingo, junio 08, 2008

De todo para buenos jóvenes

Delgado, alto, trigueño, pelo negro y largo, no más de 18 años. Blue jean gastado, con la imagen de Silvestre de cuerpo entero bordada en una pierna. Polo negro manga larga, con el rostro del pato Lucas bordado en todo el pecho (mostro el polito. Pienso).
Sube a la coaster, a la altura de la Universidad de Lima. Mochila guinda, gastada y sucia, a la espalda. Se detiene en el pasadizo, junto a la puerta, mirándonos a todos quienes estamos sentados. De inmediato pienso “es un vendedor” y acierto.
Dice, “en esta oportunidad vamos a hablar de cultura”, pausa, “vamos a conversar de Pablo Neruda, Rubén Darío, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, James Joyce, Gabriela Mistral”, pausa, se toca la nariz con la mano derecha, “de Einstein, Graham Bell, Newton, Aristóteles, Platón, que fue discípulo de Aristóteles”, pausa, toma aire, se vuelve a tocar la nariz con la mano derecha, “de Churchill, De Gaulle, Ronald Reagan”, pausa más larga.Me vuelvo a poner los audífonos que me había quitado para oír lo que estaba diciendo, mientras lo veo hablar, pausar, tocarse la nariz, tomar aliento, volver a hablar. Como cuando se responden las preguntas en un examen oral.
Me quito el audífono derecho, “los nervios están conformados…”, dice.Vuelvo a ponérmelo, aunque algo empieza a incomodarme, como una idea o un recuerdo que no llega a ser del todo ni lo uno ni lo otro. Sigue hablando. Vuelvo a sacarme el audífono derecho, “las matemáticas son una ciencia exacta, conformada por…”. Vuelvo a ponérmelo. Esto se parece cada vez más a un vergonzoso examen oral.
Me fijo en sus ojos, en sus párpados que se mueven nerviosamente. Debe ser alguien que está preparándose para postular a la Universidad. Voy cayendo en que me hace recordar a mí mismo, cuando flaco y desaliñado solía memorizar los mismos datos sueltos que ahora él esta recitando. Sigue hablando y no lo escucho ni lo miro ya, me escucho y miro a mí mismo. Un malestar en el estómago empieza a invadirme.
Pienso en el libro que me regaló un profesor de la pre, escrito por él, “De todo para buenos jóvenes”, con datos y datos, reseñas de libros, minibiografías, consejos. Viene nítidamente a mi mente el argumento de innumerables libros que leí, y de otros que nunca leeré. ¿Qué fue lo que me salvó de estar así como él está ahora?.
Recuerdo todos los planes que fui haciendo para mi futuro. Recuerdo un poco de aquél que fui alguna vez.
Me saca de mis pensamientos su pedido de que le compre caramelos. Le doy Un Sol. Me dice gracias.
Lo veo bajar de la coaster a enfrentarse con la noche, mientras en mi Zen Xtra empieza a sonar una de Blur, “la calle es una jungla, hay que llamar a la policía…”

3 comentarios:

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Sería sumamenet interesante que se publicara un nuevo escrito en el cual se responda a esa dura, frenética, locuaz, pero sincera cuestión: ¿Qué fue lo que te salvó de estar así como él está ahora?

¿Qué es lo que nos salva de no estar como toda la multitud?, yo me animoa afirmar que es...

No sé qué es...

***

Saludos Hugo.

Fox in the Snow dijo...

Me apunto entre los que no saben, tampoco, Extrañado.

halfing dijo...

yo creo que volvere a las mismas del joven.
los datos sueltos...
creo que aquellos son una lluvia de caramelos que tienes que tomarlas todo cuanto sea posible por que sino otro lo hara por ti.
.
Pero estos caramelos si que saldran caros.
:)