viernes, enero 02, 2009

Invisibles

La lluvia y el vapor dentro del carro los ha vuelto invisibles para quienes pasan por la calle. El se recuesta en su asiento acariciando los pies descalzos de ella, cerrando los ojos para disfrutar mejor el sabor de los besos que acaban de darse, ella se recuesta en la puerta del carro, mirándolo acariciar sus pies.
No puedo creer que me ames, le dice ella. Él abre los ojos, como si acabara de despertar, he llegado a tí, le dice a ella, mientras estira una mano para acariciar sus labios, como quien observa un cuadro de muchas imágenes, tratando de no perderme tus detalles, la forma como te ríes, el tono de tu voz al celular, como arrugas los labios y la nariz a veces cuando te pones pensativa. Tratando de entender lo que significan tus palabras y lo que significan tus silencios; tratando de entender todo lo que has vivido y me has contado, y todo lo que has vivido y no me has contado.
He llegado a tí, continúa el, aprendiendo todo lo que puedo darte y la forma como puedo hacerlo. Escribiendote poemas porque no puedo regalarte rosas, aspirando tu olor ya que no puedo tener tu cuerpo, estando pendiente de ti al teléfono ya que no puedo estar todo el tiempo junto a tí.
Y me dices que no puedes creer que te ame? Hay un brillo extraño en los ojos de él cuando dice eso, como cuando se reza con mucha fe pero sabiendo que es un imposible. Ella le acaricia la cabeza, le agarra el rostro y le besa en la boca con fuerza, como alimentándose de él, me gustaria amarte como me amas tú, le dice.
Él mira hacia la calle, las luces de los postes se ven difusas, opacas. Levanta una mano y escribe en el vaho del cristal delantero del auto, con un dedo, te amo, e inmediatamente las letras empiezan a deformarse. Me quieres bastante y eso es suficiente para mí, le dice.
Antes sentía que era invisible para tí, le dice él. Ella lo abraza con fuerza, pega su rostro a su cuello y busca su olor, no dice nada, él cierra los ojos y en esos minutos que dura el abrazo, en esos minutos que el aliento de ella recorre su cuello, él sueña que ella lo ama, que lo que sucede en realidad es que ella tiene miedo de reconocerlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso relato, el amor empaña los cristales de los que te leemos.
Saludos

Golfo dijo...

Ah, el coche, el sexo acampando, la fuga con el motor parado, esa intimidad tan intensa y tan pasajera.
Un poco de miedo si que tiene, reconozcamoslo.