Cargaba en los ojos una tristeza enorme
y llevaba gafas para proteger al mundo de su mirada.
Andaba por los 35 y los aparentaba,
con el pelo cano y la apariencia desgarbada,
parecía un buen tipo pero no puedo decir que lo fuera,
era tan reservado que no habría mucha gente que de verdad lo conociera.
No era amigo mío sin embargo pudo haberlo sido,
si el lo hubiera querido.
Pude verlo reir como niño, pocas veces pero reir,
supe de sus pocos amigos que no guardaba para sí nada de lo que pudiera dar.
La última vez que lo vi fue tambien la ultima vez que lo vieron por aquí
conversamos mucho porque él tenía muchas ganas de que le oyeran,
movía las manos al contarme lo que pasaba por su cabeza
pero siempre parecía que habia cosas que no terminaba de decir.
Me dijo soy como Cíclope, el de los x-men,
llevo gafas para proteger al mundo de mi mirada,
pero no era fuego lo que habia en sus ojos
sino un hondo mar marrón claro lleno de tristeza.
Nunca llegué a saber si era un buen tipo en realidad
pues cargó al hombro sus 35 años y su risa de niño
y se fue sin despedirse incluso de sus amigos,
dicen que para proteger al mundo de su tristeza.
2 comentarios:
si al menos por una vez, en aquella última conversación hubiera terminado de abrir su corazón!, expresar el porqué de su afán de proteger al mundo de su mirada, o tal vez (quién sabe!) atreverse a excavar buscando el origen de su tristeza, sólo por entenderla, sólo por tener esa respuesta.
pero también es cierto, que conversaciones de ese tipo, sólo tienen sentido con un verdadero amigo, e incluso a veces no es posible tenerlas ni con uno mismo.
el joven aquel de cabello cano y apariencia desgarbada, no sentía el mundo suyo, ni sentía pertenecer a él tampoco... su tristeza (al igual que la de dinosaurio jr.) era por sentirse solo...
Sí, Almudena, nada complica tanto la existencia como la imposibilidad de sentir pertenecer al espacio en el que uno suele desenvolverse.
Publicar un comentario