viernes, diciembre 21, 2007

I Believe

Son aproximadamente las seis de la tarde, está oscurenciendo. Estamos en el parque de por la casa, Romina y yo. Acabamos de llegar y, como suele hacer cada vez que vamos allí, ella se acerca corriendo a la imagen de la Virgen de Fátima que hay en una urna en el medio del parque.
Se persigna, mira a varios lados, corre hacia un matorral y coge una flor, regresa hacia la Virgen y coloca la flor a sus pies. En ese mismo instante se enciende la luz de la urna y la Virgen queda iluminada.
Romina regresa corriendo hacia mí, con una sonrisa enorme y con los ojos brillando. "Papá - me dice- he iluminado a la Vírgen". Yo, que observaba todo desde el comienzo, no dudo en lo más mínimo que sea así.

jueves, noviembre 22, 2007

Gaviota en un cielo gris

Me pone triste advertir que lo que me podría hacer común, feliz y universalmente común, me hace distinto.
No mejor ni peor, ni especial, ni único.
Distinto como distintos habemos muchos el mundo.

martes, octubre 23, 2007

This charming man

No soy quien ves
ni quien esperabas ver,
no he salido de tus sueños juveniles
ni mi voz se parece a la del viento que soplaba en tus oidos en las noches que salías a buscar a quien no soy.

No tengo la mirada que pensaste te iba a llenar completamente,
ni mis manos tienen la fuerza para elevarte sobre lo común y áspero de esta vida mediana.

Tú, sin embargo,
te pareces mucho a lo que quería para mí.

lunes, octubre 01, 2007

La vida a cuadritos

La escena es esta: estoy sentado frente a mi escritorio, en el cuarto de lectura, mirando fijamente dos pastillas, una roja y otra azul, que hay sobre él. Se escucha de fondo una canción desangrante de Roberto Carlos ("Que será de ti"), que suelo poner cuando quiero que lo exterior parezca igual de depresivo que yo. No hay nadie más en la habitación.
Podría pensarse, al ver la escena, y pese a la música, en beneficio mío, que soy Neo, y tengo la oportunidad de escoger, sin que haya un Morpheus de por medio, entre permanecer en el engaño o descubrir the matrix; pero no, no es eso en lo que yo pienso.
Pienso en realidad, una vez mas, como mil veces antes, hasta cuándo he de tener que seguir tomando esta pinche Apronax y esta pinche Flectadol, para evitar que la realidad se me haga un infierno, para sobrevivir malamente a esta fuerza que me exprime los ojos y la cabeza hasta hacerme gritar, inútilmente, basta carajo, basta.

miércoles, setiembre 05, 2007

The boy with the thorn in his side

Mi sorpresa fue triple porque, primero, al entrar al MSN, yo que prácticamente nunca chateo, había un contacto activo, segundo, porque ese alguien es un amigo al que no he visto en muchos años, y tercero porque ese amigo, Santiago, que vive en Estados Unidos, me estaba diciendo que llegaría a Lima al día siguiente, que estaba apurado porque ya estaba en plena preparación de sus maletas, y que su teléfono era tal y que lo llamara para encontrarnos.
La velocidad de las sorpresas sucesivas solo me permitieron contestar "qué bueno", antes que el contacto se inactive.
Una serie de recuerdos, igual de sorpresivos, igual de veloces, me fueron llegando como música de fondo, mientras trabajaba en la PC. Nunca llegamos a ser lo que se podría decir amigos de reuniones continuas o conversaciones extensas; de hecho sólo recuerdo claramente haber estado con él en una reunión distinta a la del trabajo, su cumpleaños.
Alquilaba en ese entonces un mini departamento en Jesús María, que había compartido (para su cumpleaños ya no) con un restaurador de obras de arte que había sido su pareja. Nos invitó únicamente a Pollo, a Lorgio, a José Díaz y a mí; sus entonces compañeros de trabajo mas allegados. Llegué primero, y recién como a las dos horas llegaron los demás.
Entre tanto conversábamos de The Verve, de REM, del libro de dibujos de Jean Cocteau que me mostró y, sobre todo, de los Smiths, de Morrissey, de sus canciones, de sus letras que te hacían querer encontrar a la persona amada, a la persona indicada con quien podrías compartir feliz cualquier viaje, cualquier soledad e inclusive la muerte. Santiago, reía de vez en vez al decirme que le resultaba extraña la forma cómo yo me acercaba a la música tan teóricamente. Me dijo que seguramente me gustaría escuchar a Belle & Sebastian, y yo, que no sabía nada de ellos entonces, le dije que tal vez (ahora tengo casi todos sus discos).
Llegaron los demás y seguimos conversando. En determinado momento llamó a su teléfono para saludarlo quien, según nos comentó, es su mejor amiga. Conversaban y de pronto se puso a llorar, escuché a medias que decía sentirse solo.
Disimulamos los demás. Conversamos muy poco después.
Han pasado un par de semanas desde que recibí el mensaje de Santiago. No sé si sigue en Lima o ya se fue. No llamé a su teléfono porque ahora la velocidad de las cosas se ha trasladado a mi trabajo, a mi vida, y seguramente también a la suya. Pero no es solo eso. El Santiago que recuerdo es el de su mini departamento, y el de los grupos de música de los que hablamos; ahora no sé bien cómo nos veríamos ni que tema tocaríamos.
El encuentro con un amigo no puede ser un apretón de manos apurado.
No he llamado aún al teléfono que me ha dado, y estoy seguro que Santiago sabrá comprender.

lunes, agosto 13, 2007

Legión que espera

Me gustaría comprarme un Mazda 3 full, y tal vez podría hacerlo pero no es oportuno endeudarme por algo tan vano como un carro nuevo teniendo ya uno en buenas condiciones.
Me gustaría comprarme otro departamento para alquilarlo y asegurar en algo el futuro que siempre nos es ajeno.
Hay muchas cosas mas que me gustaría tener, pero son pocas comparadas a las que quiero hacer.
Me gustaría viajar 360 días al año, pero me cansa la sola idea, y menos es compatible con mis ganas de pasarme 360 días al año tirado en mi cama leyendo, escuchando música, viendo películas japonesas o coreanas, en ese orden, alterándolo o tal vez en simultáneo.
Me gustaría empezar y culminar el libro tantas veces pospuesto, de temática tantas veces reformulada.
Hay sí, muchísimas cosas que me gustaría hacer.
Para quienes me rodean seguramente lo que quiero tener y lo que quiero hacer es lo que me define. Más exactamente, la expectación: alguien que espera hacer o tener.
Sin embargo nada de eso se compara a lo que quiero ser, sobre todo porque quiero ser muchos a la vez. Porque quiero ser una multitud plena, desordenada pero consciente. Sin lograr tener o hacer lo deseado, tal vez, pero siendo todo lo que quienes quiero y yo mismo esperamos de mí.

lunes, junio 04, 2007

Rosas, el ninja.

Era gordito, bajito, de cabellos ondulados, y con una muy femenina hendidura en el mentón. De hecho tenía cara de señora en resignación constante. No era muy amiguero, y como a todos los que no solemos destacar por algo en el Colegio, lo conocíamos únicamente por su apellido paterno: Rosas.

Por esas cosas de la vida coincidíamos en una afición, los cómics. Me lo encontré varias veces en un kioskito por el colegio, bien caleta, en el que alquilaban todo tipo de revistas, la mayoría comics y pornos; y desde entonces empezamos a conversar bastante, aunque no diré que llegamos a ser amigos.

Rosas, sin cambiar su cara de señora resignada, me contaba increíbles e interminables historias de superhéroes (su favorito se llamaba Maxisol, un tipo bastante parecido a Iron Man) y de naves espaciales, con tal nivel de detalle que hasta me parecía que él las había creado.

Dije que no me parece que hayamos sido amigos de verdad, porque nuestras conversaciones nunca pasaban de esos temas, aún cuando nos tomábamos horas y horas para conversarlos.

Un domingo en la mañana, sin embargo, Rosas tocó mi puerta y me pidió que le acompañe a visitar a un amigo, que trabajaba de vigilante en una fábrica. Accedí aunque un poco extrañado por la visita, por el día, por la hora, y por la enorme mochila que traía a sus espaldas, que pese a ello no parecía muy pesada que digamos.

La fábrica, enorme, al parecer abandonada y oscura, quedaba, cosa increíble, como a seis cuadras de mi casa. Nunca me llamó la atención porque por fuera parecía únicamente un almacén sin ningún letrero que indique o haga presumir su actividad.

Entramos. Aparte de su amigo no había adentro nadie más que nosotros.

Su amigo era alto, flaco, de cabellos lacios y nariz aguileña. Tenía una expresión un poco tonta, y le hablaba a Rosas al oido. Caminé un rato dejándolos solos, subiendo y bajando por todas las estructuras metálicas, las habitaciones metálicas, y las escaleras metálicas del lugar. Volví, Rosas me pidió que les tome una fotos a su amigo y a él, pero que primero los deje vestirse adecuadamente para ello. Accedí de nuevo.

Entraron en una de las habitaciones llevando la mochila que Rosas había traído, cerraron la puerta. Mientras tanto, yo miraba detenidamente una de las estructuras que parecía un enorme silo, aunque no recuerdo haber visto nunca un silo de verdad.

Salieron. Estaban vestidos totalmente de negro, con únicamente los ojos descubiertos. “Vaya”, dije, “así que Ninjas tenemos”, riendo un poco. Caminaron raro hacia mí, y entonces noté que cada uno tenía una daga alargada entre sus manos, e inmediatamente recordé que no me habían dado ninguna cámara fotográfica con qué fotografiarlos. “Que tipos para raros, pensé”.

Rosas, puso su espada (era, definitivamente, una espada) ante él y me dijo “no te asustes, no va a dolerte”, y no habría cambiado aún mi sensación de estar ante un par de chiflados, sino fuera por la risita extraña del Ninja flaco.

Rosas saltó hacia mí, y no tuve más remedio que arrancarle el corazón, con el que asfixié a su amigo, antes que él pudiera intentar golpearme con su espada por segunda vez.

Desde dentro de la fábrica no se oía el ruido de la calle.

sábado, mayo 12, 2007

Hoy, el próximo año

A Mamá le causó bastante gracia cuando, hace muchísimo tiempo, en la época en que estudiaba inglés y creía dominarlo sin dominar siquiera el español aún, le regalé un poema mío escrito para ella en inglés, diciéndole “el próximo año, si te portas bien, te lo traduzco”. Estaba feliz, imagino, por el hecho de recibir un poema de su hijo, y quizás también por esa alegría extraña que aveces da tener algo para uno sin entender aún su significado pero intuyéndolo.

El siguiente año yo ya no estaba en casa, y uno de mis hermanos se lo tradujo. Recuerdo poco lo que escribí, pero lo que más recuerdo es lo triste que me puse cuando me contó al teléfono que le hubiera gustado tenerme en casa, delante suyo, leyéndole el poema prometido.

Los años, por los que uno transita como derritiéndose de adentro para afuera, se fueron llevando de a pocos las modulaciones de mi voz, y las expresiones que quería usar para, al volverla a ver, inventar un poema nuevo, ya en español, ya para ella sin condiciones; y ahora seguro me ve solo como al hijo que le manda un regalo por la agencia, y le cuenta por teléfono el contenido del regalo esperando que le guste.

Y es que las palabras bonitas que puedo decir me vienen siempre condicionadas también a mí. Las puedo poner en el papel ahora que nadie me ve, pero no las puedo expresar con mi voz. Le digo al teléfono “te quiero mucho mamá” y me gustaría que ella se diera cuenta que ése es mi poema en otro idioma que le dedico cada vez que hablo con ella.

jueves, abril 19, 2007

Mi nombre en la hoja de un árbol

No puedo escapar, a veces, a la necesidad de sentirme interesante y voy cayendo contínua pero impercetiblemente en este juego tonto de visualizar mi perfil, salir, visulizar mi perfil, salir, y así n veces; sólo para ver cómo aumenta el numerito ese de "visualizaciones del perfil".

No cabe duda que me gusta mentirme, aún a sabiendas que nada cambiaría en mí, ni en este blog, de ser cierto.

Pero ya dije, no puedo escapar, a veces, a la necesidad de sentirme interesante, y como hoy, voy cayendo imperceptiblemente en el juego de escribir en este blog, sólo para ver cómo quedan fijas mis palabras, y que me dicen de ellas quienes algo habrán de decirme.

lunes, abril 09, 2007

Drive

Después de casi 10 años de ser un carrohabiente, he descubierto que verdaderamente disfrutas al carro cuando lo manejas en tramos bastante largos, y más aun si el viaje que realizas sobre él es para llegar al punto de partida.
Lo anterior puede sonar a fraseo barato, si no fuera porque este fin de semana largo he viajado, junto con mi esposa e hija, a Trujillo, la ciudad de la eterna pero esquiva primavera; si no fuera porque he cargado con mis cacharpas y mi temor disfrazado de reticencia, y he conducido por los lugares por los que habitualmente transito dormido.
A simple vista nada extraordinario puede haber en un viaje de 08 horas de ida y 08 de vuelta, sobre todo si todo el camino es asfaltado. Pero lo que surge a simple vista no es lo válido para mí, ni la anécdota de haber visitado la albufera de Medio Mundo o haber almorzado Tacu Tacu en Tatos de Barranca. Lo importante, lo recordable y remarcable, es todo lo que al pasar de mi carro pasó dentro de mí.
Después de casi 10 años de ser un carrohabiente, he descubierto que un viaje largo es el mejor medio para volver en inmediato el temor por la integridad de los seres que no sólo tienes que proteger, sino que esperan que los protejas, e inmediata a su vez la satisfacción de estar protegiéndolos; después de casi 10 años he descubierto que conducir tu propio carro a casa es casi casi como volver de veras, como hijo que va a quedarse a vivir, y no como el habitual visitante que siempre tendrá que irse.

miércoles, marzo 21, 2007

Días cayendo como lluvia

Romina me contesta al teléfono y me pregunta si voy a llegar a casa cuando todavía sea de día, le digo que voy a tratar, me dice ah ya, cambio rápidamente de tema, luego le digo que se porte bien, me dice chau papito, y cuelgo sintiéndome culpable de responderle todos los días lo mismo pero llegar a casa siempre de noche.

miércoles, enero 24, 2007

No soy yo, es Nechaev

Pese a todo lo que pueda decirse al respecto, es difícil diferenciar la justicia de la venganza. En lo que sí hay consenso es en que los tribunales de justicia han sido creados para impartir justicia en nombre de la sociedad, y así evitar que los particulares tengan que recurrir a la venganza.
La administración de justicia es pues, una forma evolucionada y edulcorada de la venganza, y sienta bien desde que para impartirla deben seguirse las reglas de juego previa y expresamente establecidas (el principio del debido procedimiento, le llaman).
No me opongo a ello, y creo que debe seguir siendo así, en la medida que desde nuestra condición de cristianos (y creo que en todas las religiones es así), la venganza por afrentas o agravios personales no es buena, bueno es reclamar y obtener justicia.
Pero cuando las afrentas o agravios son directamente al estado, o mas precisamente, a las instituciones o dineros públicos. Es decir cuando el agraviado es directamente la sociedad, y no la sociedad como tutora del individuo sino la sociedad como tal, ¿cuál es la razón para edulcorar la figura?. La sociedad no es cristiana, ni la sociedad requiere de un orden superior al suyo para vengarse, entonces ¿porqué impartir justicia y no mejor darnos el gusto de ejecutar la venganza del pueblo?.

viernes, enero 12, 2007

Enjoy the silence

Sí, claro, faltaba más.